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Georgia, un puzzle de intereses rusos

  • La posibilidad de que Tiflis se una a la OTAN, los recursos naturales y la composición étnica, génesis del enfrentamiento

Desde la desintegración de la URSS el Cáucaso se ha convertido en un polvorín estratégico y, dentro de él, la región separatista de Osetia del Sur, uno de los territorios más prósperos de la zona gracias a sus enormes recursos energéticos, ha sido desde entonces una de las casillas clave dentro del complejo tablero de ajedrez en que se ha convertido esta parte del planeta.

El conflicto que ahora enfrenta a rusos y georgianos obedece a una pluralidad de motivos, entre los que destaca el enfrentamiento entre Rusia y Georgia por las ansias de esta última de entrar a formar parte de la Alianza Atlántica. La decisión de Georgia de ingresar en la OTAN es vista con profunda suspicacia por Rusia, que no desea tener un integrante de esa organización en sus propias fronteras. En su momento, la incorporación de las repúblicas bálticas (Estonia, Letonia y Lituania) a la Unión Europea y la OTAN no fue ni mucho menos bien recibida en Moscú, que no está dispuesto a que tanto Ucrania como Georgia sigan adelante con su proyecto de pasar a formar parte de la Alianza Atlántica.

Pero la chispa que ha servido para encender el conflicto ha sido la de la conformación de la población de Osetia del Sur, en la que, a pesar de ser oficialmente una parte de Georgia, la mayoría de sus 82.000 habitantes son de origen ruso y comparten con sus poderosos vecinos numerosas raíces tanto étnicas como culturales. De hecho, en 1990, los diputados locales declararon su independencia, aunque ésta no fue reconocida por ninguna nación ni por la propia Tiflis, que consideró la decisión como anticonstitucional. Los separatistas osetios, sin embargo, no se dieron por vencidos, y los conflictos armados entre ambas partes duraron dos años.

Las hostilidades cesaron tras el acuerdo alcanzado entre Rusia y Georgia en el balneario de Dagomis, en la costa rusa del Mar Negro, en julio de 1992, pero las tensiones continuaron, e incluso hizo falta desplegar cascos azules en la zona para detener la violencia.

Además, el Gobierno de Tiflis convocó a los habitantes de Osetia del Sur a un referéndum de independencia el 12 de noviembre de 2006 y el 99% de la población local votó a favor de la autodeterminación con el fin de unirse con Osetia del Norte, república autónoma integrada en la Federación Rusa.

Durante los últimos años, Rusia ha venido concedido masivamente la ciudadanía rusa a los ciudadanos de Osetia del Sur que así lo solicitaban, una actitud que Georgia siempre ha contemplado como una política de anexión al gigante ruso del pequeño territorio fronterizo.

Esta circunstancia fue rápidamente esgrimida por el Gobierno secesionista de Osetia del Sur que, al iniciarse las hostilidades, no dudó en hacer un llamamiento desde su Comité de Información de Prensa en el que "el pueblo de Osetia del Sur pide ayuda al presidente y al Gobierno de Rusia y que adopten medidas urgentes para defender a los ciudadanos que son ciudadanos de la Federación Rusa".

Por su parte, el presidente ruso, Dimitri Medvedev, no ha tenido ningún reparo en asegurar que no permitirá la "muerte impune" de los ciudadanos rusos. "No permitiremos la muerte impune de nuestros compatriotas. Los culpables recibirán el merecido castigo", señaló Medvedev.

En el mismo sentido, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, asegura haber "oído hablar de limpieza étnica en algunos pueblos de Osetia del Sur" ocupados en principio por las tropas georgianas. Algo que se niega desde Georgia, donde su presidente, Mijail Saakashvili, ha comparado la situación actual del conflicto con las invasiones soviéticas de Checoslovaquia en 1968 y de Afganistán en 1979. "El mundo entero tendrá problemas" sino se reprime la actitud de Moscú, aseguró el presidente georgiano.

En cualquier caso, a nadie puede escapársele que en la génesis del conflicto también existe un más que importante componente económico. Los escasos 3.900 kilómetros cuadrados poseen inmensos recursos energéticos que comparten con sus vecinos de Osetia del Norte y entre ambas configuran una de las zonas con mayores reservas de la región del Cáucaso.

Una situación a la que debe añadirse que Georgia se ha convertido en un país geoeconómicamente estratégico desde la construcción del oleoducto que atraviesa su territorio y por el que circula el petróleo del Cáucaso que llega hasta Turquía para abastecer a los mercados occidentales.

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