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Clegg condiciona el pacto con los conservadores a la reforma electoral

  • El líder liberal demócrata se reúne con su partido para evaluar la situación y recabar autorización para negociar.

El líder liberal demócrata británico, Nick Clegg, anunció este sábado las cuatro prioridades que su partido planteará a los conservadores para establecer cualquier colaboración de Gobierno, entre las que la reforma electoral aparece como "fundamental", después de que los comicios del pasado jueves dejasen un Parlamento sin mayorías absolutas en el que los tories obtuvieron el mayor número de escaños, a 20 de la hegemonía.

En una breve intervención sin preguntas ante los medios de comunicación que lo esperaban a la entrada de la sede de su partido, Clegg se limitó a subrayar que el veredicto de las urnas "significa que los políticos deben hablar" y, después de haber apostado por David Cameron como interlocutor inicial, por haber ganado en votos y diputados, subrayó que los ciudadanos "merecen un Gobierno estable".

En este escenario, la tercera fuerza, a pesar de haber perdido cinco asientos respecto a 2005, es clave para garantizar la fortaleza del nuevo Ejecutivo en un panorama inédito en Reino Unido en 36 años. Así, con la única excepción de 1974, desde la II Guerra Mundial el esquema de poder en las islas se había limitado a una alternancia ininterrumpida de gabinetes conservadores y laboristas.

En su comparecencia de esta mañana, la primera desde que este viernes mantuvo el primer contacto telefónico con el candidato conservador para "explorar posibilidades", Clegg aseguró afrontar las conversaciones "con espíritu constructivo", si bien aprovechó para recalcar las cuatro prioridades que guiarán su posición y que ya habían centrado el programa con el que los suyos concurrieron a las elecciones del 6 de mayo.

Prioridades

En consecuencia, el líder liberal demócrata se refirió a la reforma del sistema fiscal, las actuaciones en materia de educación, una "nueva aproximación" a la economía y lo que calificó como la "fundamental reforma electoral", una de las cuestiones que más podrían dificultar el acuerdo, puesto que, de partida, los tories se oponen, especialmente a la representación proporcional por la que abogan sus nuevos interlocutores.

Aún así, ayer Cameron detectó espacio para la negociación, puesto que ambos comparten la necesidad de acometer una revisión del sistema político en su conjunto para devolver la "confianza". En cualquier caso, su intención es que cualquier acuerdo se produzca "pronto", por lo que, además de su inicial conversación con Clegg, dirigentes de ambos partidos han comenzado ya a trabajar para marcar una hoja de ruta que, probablemente, llevará días de negociaciones.

En este contexto, Nick Clegg se ha protagonizado una jornada de reuniones con los suyos, empezando por la mañana con sus colaboradores más cercanos, antes de sentarse por primera vez con el grupo parlamentario resultante de las elecciones del jueves. Los 57 tienen una cita esta tarde en Westminster para analizar la Legislatura que acaba de arrancar y, especialmente, el nuevo panorama que se abre para el partido.

Autorización para negociar

Tenía una cita con la Ejecutiva, si bien no se espera que esta jornada los miembros aprueben oficialmente ningún acuerdo definitivo que, en todo caso, debe contar también con el visto bueno de los diputados. Las discusiones de hoy evaluaron la situación pero, en cualquier caso, Clegg debe ser autorizado por al menos tres cuartos del grupo parlamentario para proceder a cualquier negociación que concluya en una virtual coalición.

Se trata de una norma contenida en los estatutos del partido y que se incluyó, precisamente, para impedir que ningún dirigente continuase adelante con negociaciones con otras formaciones sin contar con el aval de las bases, especialmente, debido a la posición bisagra que, tradicionalmente, los liberal demócratas ocupan en el escenario parlamentario británico.

En este sentido, Clegg podría encontrar problemas entre las alas más tradicionales, reacias a cualquier acercamiento a unos conservadores con los que apenas existirían vínculos ideológicos. No en vano, el partido Laborista sería más un aliado natural, si bien el líder ha decidido que, ante la falta de hegemonías, en principio prime el criterio del mayor número de votos y escaños a la hora de iniciar conversaciones. En caso contrario, también toparía con la complicada conyuntura de actuar como llave para mantener a Gordon Brown en el número 10 de Downing Street.

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