Dentro de la categoría de los SUV de tamaño grande suelen ser los modelos premium los más demandados. Salvo el Nissan X-Trail, que es la excepción que cumple la regla, los SUV con más tirón entre los usuarios son el Mercedes-Benz GLC, el Volvo XC60, el Audi Q5, el Lexus NX y el BMW X3, entre otros.

De todos ellos, el modelo que probamos a continuación es el Audi Q5, que destaca por haberse renovado por completo entre finales de 2016 y principios de 2017. Estamos hablando, por tanto, de la segunda generación del Q5, un modelo del que Audi ha comercializado cerca de 3.714 unidades hasta finales de agosto, lo que sitúa como el tercer modelos más vendido dentro de su categoría premium.

Destaca principalmente por la calidad de los acabados y su confort de marcha.

Este nuevo Q5, aunque mantiene una estética conservadora y, en parte, continuista con la generación precedente, en realidad cambia por completo. Y decimos que cambia por completo porque incorpora una nueva estructura (o plataforma) que previamente ha sido introducida en otros modelos como el Audi A4. Conocida con el nombre interno ‘MLB’ esta nueva estructura permite al nuevo Q5, principalmente, ser mucho más ligero y eficiente.

Amplitud interior

Una vez junto al Q5 lo primero que comprobamos es la habitabilidad del coche. Y desde aquí podemos anticipar que estamos ante un modelo muy amplio para cuatro personas.

Eso sí, para comprobar estas primeras impresiones tiramos de la cinta métrica en la mano. Y es entonces, cuando vemos que los ocupantes delanteros cuentan con 146 centímetros para los hombros. A su vez, estos mismos ocupantes disponen de 102 centímetros entre el asiento y el techo de cristal panorámico –que resta algunos centímetros libres-.

Estas cifras confirman que el Q5 mejora ligeramente sus cotas de habitabilidad en las plazas delanteras respecto a su antecesor. Además, si lo comparamos con sus rivales de la categoría comprobamos que el Q5 ofrece también de los mejores espacios habitables delanteros de todo el mercado.

Las plazas delanteras son muy amplias y confortables

Ahora toca el turno de las plazas traseras. Y una vez más volvemos a tirar de la cinta métrica para comprobar que el Q5 ofrece una anchura para los hombros de 141 centímetros y una altura libre al techo de 92 centímetros. Estas cifras también son ligeramente mejores que las de su antecesor.

No obstante, también tenemos que afirmar que el Q5 no es de los modelos con las plazas traseras más amplias de la categoría. Si bien es cierto que sí ofrece de las mejores anchuras del segmento, también hay que señalar que la altura libre al techo es mejorable –al menos en esta unidad de pruebas con el techo de cristal-. Y lo mismo ocurre con el túnel de transmisión, que es muy voluminoso.

En su defensa podemos señalar que el Audi Q5 sí ofrece una gran modularidad –con una segunda fila que se puede desplazar en torno a los 10 centímetros-. Además, el respaldo de los asientos traseros cuenta con varias posiciones de inclinación-. Todo ello nos permite jugar con la configuración del habitáculo ampliando el espacio interior o variando la capacidad del maletero.

Este, por otra parte, es de los que mayor espacio de carga ofrece en la categoría: ofrece 550 litros, unas formas muy regulares, una rueda de emergencia bajo el piso del mismo y elementos como unos tiradores que permiten abatir los asientos de forma fácil y sencilla. Cierran lista de virtudes elementos como el portón de apertura y cierre eléctrico.

Confort de marcha

Junto a la buena habitabilidad, el Q5 destaca especialmente por su orientación hacia el confort. El habitáculo es silencioso, los asientos son ergonómicos, la transición entre marchas es confortable… Todo suma para que se puedan recorrer centenares de kilómetros sin síntomas de cansancio.

A su vez, el Q5 también destaca por su buen comportamiento en carretera. Sobre todo gracias a la incorporación de la suspensión neumática opcional –que tiene un sobreprecio de 2.385 euros- y que incorporaba la unidad probada.

La pantalla virtual cockpit con 12 pulgadas y la segunda pantalla de la consola son muy llamativas.

Con todo ello, donde mejor se comporta este Q5 es en los viajes por autopista. Es una delicia desplazarnos con él a velocidades legales. En carreteras más viradas su comportamiento también es bueno porque la carrocería no balancea, aunque no conviene olvidar que estamos ante un modelo que supera los 1.800 kilos y tiene un gran volumen.

En conducción off-road el Q5 también saca pecho y, gracias a su tracción quattro (prácticamente todas las versiones la incorporan) y al modo all road (cuenta con diferentes modos de conducción), un binomio que le permitirá salir airoso de situaciones con cierto nivel de dificultad.

Y cierra la lista de virtudes la combinación formada por el motor 2.0 TDI de 190 CV –de la versión probada- con el cambio DSG de siete velocidades. Ambos elementos se comportan de forma sobresaliente con unas prestaciones notables y un consumo contenido. Durante la prueba, este Q5 logró un gasto de 7 litros cada 100 kilómetros, una cifra más que razonable teniendo en cuenta el volumen, el peso, la potencia y el sistema de tracción.

Mucho equipamiento opcional

En cuanto a los aspectos a mejorar podemos señalar que el listado de opcionales es enorme. Si bien es verdad que de serie cuenta con elementos interesantes como el Audi Drive Select, Audio pre sense city –que evita choques por impacto y actúa hasta los 85 km/h frenando solo- y el detector de fatiga… También hay que señalar que la lista de opcionales es enorme. Un buen ejemplo de ello es el sistema de mantenimiento de carril, que tiene un precio de 550 euros, o el virtual cockpit, la pantalla de 12 pulgadas, que también tiene un sobreprecio de más de 600 euros.

El Q5 es uno de los mejores SUV premium de la actualidad.

Otra pequeña crítica que podemos hacerle al Q5 es que la pantalla central del vehículo no es táctil. Esto hará que tengamos que recurrir al mando giratorio para accionar algunas funciones, algo que no ‘pega’ mucho en un coche de estas características.