Podría decirse que Michael Giacchino (New Jersey, 1967) es la quintaesencia del compositor multimedia del siglo XXI, un creador musical versátil y polivalente, muchas veces realmente inspirado, que, ya desde su formación académica, que incluye estudios en la School of Visual Arts de Nueva York y en la prestigiosa Julliard School of Music, define el perfil del ilustrador y narrador musical contemporáneo que no entiende de límites, formatos ni fronteras entre algunos de los lenguajes audiovisuales de su tiempo, del cine (ya sea animación o acción real, del corto al largo) a las series de televisión, de los videojuegos (Small soldiers, Medal of Honor, Call of duty) a la publicidad o a las instalaciones y espectáculos en vivo.

Con todo, es el cine, como sigue ocurriendo incluso en estos tiempos de desplazamiento, el vehículo fundamental que ha proyectado su carrera hacia el público masivo, especialmente desde que, de la mano de Pixar, una de sus dos casas estables, y un título como Los Increíbles, donde recreaba y parodiaba con esa reconocible seña del alumno aventajado el aire jazzy de las músicas de la saga Bond, el compositor se pusiera al frente de esa nueva generación de compositores profesionales de Hollywood como una de sus voces más solventes, tomando el testigo de compositores todoterreno como Jerry Goldsmith, de quien sin duda Giacchino ha aprendido mucho a la hora de sacar rendimiento a los recursos de la orquesta en distintos tamaños y formaciones.

Entre Los increíbles y Up, la película con cuya banda sonora conseguiría su primer y hasta ahora único Oscar en 2010 gracias a un inspiradísimo y hermoso tema principal con forma de vals, Giacchino no haría sino consolidar este lugar de privilegio en la cultura pop que lo lleva hoy a dar conciertos por medio mundo casi como si de una estrella del rock se tratara, faceta ésta a la que sin duda ha ayudado la enorme popularidad de todos los filmes para los que ha trabajado: Ratatouille, Cars 2, Speed racer, Monstruoso, John Carter, la versión norteamericana de Déjame entrar, la tercera entrega de Misión Imposible o las dos últimas de Star Trek, donde ha vuelto a colaborar con quien fuera su mentor y principal impulsor en Hollywood, JJ Abrams, para cuya mítica serie Perdidos también compondría horas y horas de música incidental.

Junto a Abrams, para cuyas series Alias, Fringe y Alcatraz también ha compuesto temas y música original, Giacchino ha encontrado esa voz orquestal enérgica, dinámica y ajustada al gran espectáculo que, sin salirse de los cánones sugestivos de la narración musical hollywoodiense, filtra una indudable pericia y ciertos aires de contemporaneidad que no parecen estar reñidos con el homenaje a los maestros (a John Williams, por ejemplo, en Super 8) y la prolongación de sus enseñanzas en el blockbuster o la animación digital de nuestros días.

Buena parte de su mejor y más reciente repertorio podrá escucharse los próximos días 4 y 5 en el Teatro Maestranza interpretado por la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla y el Coro de Ópera de Málaga en el concierto que, en colaboración con el Cicus y la Universidad de Sevilla, clausura el curso académico 2012-2013. Una iniciativa que no puede sino avivar cierta nostalgia por aquellos pioneros Encuentros de Música de Cine que tan estupendos conciertos y compositores trajeron a Sevilla desde finales de los años 80 hasta el año 2005, fecha de su injustificada clausura en pleno éxito popular.

Una selección de suites de concierto arregladas por el propio compositor serán dirigidas por quien se nos antoja es la batuta más afín a Giacchino en nuestro actual panorama cinematográfico, el gallego Fernando Velázquez, un compositor que se mueve dentro de esa misma tradición de género y que ha conseguido, de la mano de J.A. Bayona y títulos como El Orfanato o Lo imposible, situarse en esa primera línea de profesionales del cine español que llaman ya, como así ha ocurrido de hecho (Devil, Mamá), a las puertas de Hollywood, con un mismo modelo musical y unas mismas ambiciones de gran espectáculo para las masas.