Mañana empieza la semana grande del calendario local, junto a la Feria del Caballo: la Semana Santa jerezana. Se impone, creo, una reflexión sobre lo que va a suceder estos días en nuestras calles. Y solicito, imploro, demando, una profunda postura de respeto para los actores principales de estos días.

Respeto primero por esos cofrades que durante todo un año realizan múltiples actividades para sacar a sus venerados titulares por nuestras calles y plazas. Los quinarios, besamanos, traslados de imágenes, etc, han llenado de actividades estas últimas fechas. Y respeto a los esfuerzos de jóvenes cofrades que han vendido medallas, lazos y pulseras para financiar estas actividades; y para engrosar el rico patrimonio cofradiero jerezano. Por supuesto, todo lo anteriormente expuesto no tendría gran sentido si una parte muy importante de esos fondos no se dedicaran a las bolsas de caridad de las hermandades. A este respecto, la reconversión de estas entidades en proveedoras de servicios a la comunidad ha sido notable.

Respeto también a esos cargadores que, noche tras noche, entrenan en las frías noches acompañados de novias y familiares, desarrollando un esfuerzo físico, so pena, incluso, de perjudicar su salud.

Respeto a esas bandas de música, que desde antes de la Navidad ensayan en plazas, solares abandonados y naves para interpretar las marchas que tanto gustan a los jerezanos. Por cierto, tengamos paciencia y cortesía y esperemos hasta que pase el último tambor de una banda en los desfiles procesionales.

Y, por fin, respeto a nosotros mismos y a nuestras manifestaciones culturales. Personas cruzando las calles por cualquier sitio, vendedores por en medio de los cortejos, fotógrafos avasallando a los mismos penitentes, gritos que rompen la noche. Hay una cercana capital, a la cual a veces admiramos, en la que el silencio en Semana Santa es sepulcral. Y este respeto se pide igual a creyentes que agnósticos. No es una cuestión religiosa, solamente, es un respeto a manifestaciones ancestrales. Y si lo anteriormente expuesto no les parece convincente, pensemos en la imagen turística que trasmitimos. Hoy por hoy, nos guste o no, es nuestra primera industria productiva local.

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