Educar en valores

El valor de la democracia no es otro que el respeto y la convivencia con quien piensa de otra forma

El reto más relevante para una sociedad moderna y avanzada es la educación. No sólo en lo que se refiere a la calidad de la misma en la orientación hacia el objetivo de formar personas capaces de aspirar a obtener un puesto de trabajo con la mayor capacitación posible. Es tan importante o más que eso conseguir una educación en valores para propiciar una sociedad de progreso y bienestar.

Lo hemos visto claramente en el proceso generado por las acciones políticas desarrolladas por los independentistas catalanes para separarse de España. En este proceso la confrontación que hemos vivido y que se vive aún en el seno de la sociedad, pone al descubierto nuestras carencias en materia de valores.

He podido comprobar cómo muchas personas se han aproximado al fenómeno desde una enorme carga de simplismo y con un enorme desconocimiento de la historia, el significado y la función de las instituciones democráticas; también he comprobado una generalizada carencia de argumentos. Y es algo que se ha podido observar en unos y en otros; la proliferación de banderas de uno y otro signo expresa la simplificación y la escasez de argumentos.

Aunque mi punto de vista me lleva a mantener la opinión de que es en el mundo del independentismo donde más líneas se han traspasado, creo que también del lado de quienes se enfrentaban a los planteamientos separatistas ha habido una amplia expresión de síntomas preocupantes.

Mejor nos irá a todos si reforzamos el trabajo de educación en valores que debe realizarse desde las instituciones escolares y los institutos. El valor de la democracia, que no es otro que el respeto y la convivencia con quien piensa de otra forma; el valor de conocer la historia y respetar todas las sensibilidades sociales o el valor de conocer y valorar la cultura de todos y cada uno de los pueblos de España, son cuestiones urgentes y necesarias.

Los conflictos sociales se deben resolver con diálogo y acuerdos porque no hay otra forma de asegurar la convivencia de culturas e intereses diferentes. Para ello, nuestras escuelas e institutos deben de ser más activas aún para mejorar la calidad de los valores de nuestra ciudadanía: la de hoy y la de mañana. Yo desde luego, aprovecho el conflicto territorial de Cataluña para seguir educando en valores a mis hijos. Desde ese punto de vista, es una gran oportunidad.

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