Se marchó un cacho de historia, la enterramos a ritmo de informativo y discurso épico, no queda claro que persiste irresoluta la ecuación, eje de las mayores conquistas y de las peores miserias y crímenes del pasado Siglo, entre seguridad-libertad-igualdad. Mientras tanto, en Jerez, con la vida pendiente de un hilo, perdíamos el teatro, la ayuda domiciliaria y hasta los alquileres sociales, y todo era inevitable si la Alcaldesa no se retiraba. Finalmente, tenemos presupuestos de 2016 y una nueva promesa de que en 2017 todo cambiará, y añoramos el espíritu y la letra de otros tiempos.

Oíamos, tras una semana de incertidumbres, que había un cambio de opinión que permite la aprobación de los presupuestos pero a la vez se afirmaba que es un mero parcheo. O sea que se salvan los muebles pero siguen corriendo riesgos los empleos, las nóminas, el teatro y los servicios municipales. Será un problema generacional pero para algunos la cosas se vuelve absolutamente críptica y los pobres mortales no entendemos nada. Ciertamente desconcertados lo comento con amigos y compañeros y se nos ocurre que lo mismo la única solución sería que se retiraran todos y todas, empezar de nuevo con un pacto de Gobierno sólido, con contenidos, y con un proyecto de futuro ciudad, realmente participado, y dejen de poner parches. Hace 39 años los andaluces y andaluzas fuimos convocados por los parlamentarios y senadores de las ocho provincias, cerca de dos millones inundamos las calles de nuestra tierra. El pueblo, o la ciudadanía si lo prefieren, lo tenía claro no quería parches, quería que Andalucía fuera tratada con igualdad y demostró en las calles su deseo de protagonizar en primera persona, como sujetos, la construcción del nuevo modelo de Estado. Quizás es imprescindible un nuevo y renovado 4 de diciembre.

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