Pasarela

El viaje a ninguna parte de 'Josefer' Ortega

  • La reciente detención del hijo mayor de Ortega Cano es sólo un patético episodio más de una vida vivida con grandes mordiscos

José Fernando Ortega sale de la prisión de Sevilla I, junto a su hermana Gloria Camila, en 2014.

José Fernando Ortega sale de la prisión de Sevilla I, junto a su hermana Gloria Camila, en 2014. / juan carlos muñoz

La atropellada huida por un descampado de Arcos de la Frontera en la madrugada del 13 de enero, como un pollo sin cabeza, sintetiza lo que ha sido la vida de José Fernando Ortega Mohedano desde que cumplió la mayoría de edad en 2011. Aquel día de junio recibía el adelanto de un millón de euros de la herencia de su madre, la recordada Rocío Jurado. Por aquel entonces estaba impactado con la experiencia vital del accidente que había provocado su padre y del que no se pronosticaba que fuera a salir vivo.

La adolescencia de Josefer no había sido ejemplar pero desde 2011 inició un viaje a ninguna parte que tiene como un lacónico episodio más la detención en Arcos, cuando hace unos días fue sorprendido por la Guardia Civil. Se hallaba en su vehículo junto a su ex novia, embarazada, Michu, y de la que tenía una orden de alejamiento.

La vida se le complica a José Fernando, que ya pasó por la cárcel por el robo de un vehículo en 2013 y estuvo en un centro de desintoxicación en Albacete, Betania, tras la reciente visita a otro de Salamanca donde no quiso ingresar. Sus correrías por las carreteras sevillanas y las calles madrileñas, con amigos, risotadas y drogas, son épicas. Se gastó aquel millón de un plumazo y en 2018 alcanzaría los 25 años, cuando está previsto que reciba el grueso de la herencia, que ya tendría en parte endeudada. Una fecha peligrosa para quien no parece tener ni asidero ni asiento.

El desencanto se le acumula a Ortega Cano, harto de oportunidades, y que al menos ha conseguido en la hermana, Gloria Camila, pintar cierto futuro con la tienda de ropa en Sevilla, que acaban de trasladar de sede buscando un alquiler más bajo. Con Josefer queda aún mucho trabajo por hacer, si él se deja, al margen de lo que vaya a dictar la justicia. Cuando era un niño el padre decía de él que "tiene una profundidad muy grande", años antes de que fuera expulsado del instituto. Esa "profundidad" tal vez era una timidez huraña que escondía un explosivo comportamiento. Lo sucedido en Arcos es un episodio, bien patético, de una biografía demasiado acelerada.

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