Domingo de Feria

Domingo de levante y ofertas

  • Caseteros, cocheros y feriantes intentan captar con sus 'rebajas' la atención de los visitantes, ahuyentados por la levantera. El ambiente se concentró en la 'Calle del Infierno'.

Es triste ver cómo agoniza la Feria el segundo y último de sus domingos, en el que el González Hontoria, más que una playa, parecía el desierto del Sahara, tormentas de arena incluidas. La Feria de noche se ha impuesto con rotundidad a la de día, marcada por las altas temperaturas, a las que ayer se sumó el viento de levante en un fin de fiesta deslucido y que invita a la reflexión.

El debate no es nuevo. Desde la supresión hace décadas del 'lunes de resaca', el último domingo de Feria vaga como alma en pena sin la afluencia de antaño de visitantes de poblaciones vecinas, principalmente de la Sierra, que acudían a disfrutar en familia de la feria y del paseo de caballistas, igualmente desdibujado ayer.

Si el viernes hubo poco pero bueno entre caballos y enganches, ayer hubo menos y no tan bueno, salvo raras excepciones, como la nota de color que puso un grupo de jinetes de la Real Escuela, que se dejó ver unos minutos por el Real cabalgando en perfecta sintonía.

Entre el resto predominaban los coches de alquiler, que se disputaban a los pocos visitantes que aguantaron el tipo con ofertas de última hora que oscilaban entre los 20 y los 30 euros por dar una 'vueltecita' por el González Hontoria. Desconozco si en anteriores ediciones había menos coches de alquiler o buscaban a la clientela con más disimulo, pero lo de este año ha sido una invasión en toda regla y desde el primer día de Feria.

En las casetas, las que más llegaban al medio aforo, pero la imagen más extendida era la de camareros dando una cabezadita o dándose un homenaje en casetas completamente vacías tras la paliza de ocho días a piñón fijo, dejando en todo caso pasar las horas a la espera de que llegara la hora de recoger.

Algunos caseteros rememoraron viejos tiempos colgando en el exterior carteles tan llamativos como horteras con todo tipo de ofertas gastronómicas, precios de ganga para intentar dar salida a las últimas existencias y hacer algo de caja, también a la espera de la llegada de la hora del cierre definitivo.

Mientras languidecía la zona noble, la más vacía, calles abajo, en dirección a los cacharritos, se observaba algo más de ambiente, en particular de familias con niños impacientes por montarse en los cacharritos, también ayer de oferta.

Ocho días de Feria pesan al más pintado, hasta a los jartibles que no perdonan una jornada sin pisar el Hontoria. Los jerezanos van días contados, que seleccionan según sus compromisos laborales y familiares. Y el último domingo, que también es el último 'Día de los Cacharritos', es ineludible para muchos padres, que arrastrados por sus hijos, deambulan por la explanada de allende las vías del tren con cara de pocos amigos, pero con una sonrisa forzada por el placer de ver a los críos disfrutar de lo lindo en las atracciones.

También fuera del Hontoria, en los laterales como el Paseo de la Rosaleda, muchas parejas apuraban las últimas horas de Feria echando un vistazo a los puestos de los vendedores ambulantes, en los que no sería de extrañar que también bajaran ayer los precios de gafas de sol, pareos, chanclas... artículos que parecían anunciar el próximo montaje de la 'playa del Hontoria'.

La noche del sábado empezó mejor que acabó, pues cuando todo apuntaba a una jornada de lleno total como la del viernes, en las que hubo colas kilométricas para entrar en casetas, para pedir en las barras y, por supuesto, para usar los aseos. Un tiempo de lo más desapacible por el viento y la bajada de las temperaturas respecto al caluroso día, se encargó de espantar a parte de la clientela, que no a toda. Cuestión de apurar las que para muchos eran las últimas horas de Feria, un buen entrenamiento, por otra parte, para los que en unas horas emprenden el camino del Rocío, en una romería que este año casi empalma con la fiesta grande de Jerez.

En tiempos había tiempo -valga la redundancia- para recuperarse en esa espiral festiva que comienza con la Semana Santa y acaba con el Rocío, justo antes de las vacaciones del verano. Pero el Mundial de Motociclismo, que generalmente coincide con el puente del 1º de Mayo, altera el calendario, desplazando a la Feria, cuya fecha de celebración se deja ya al criterio del político de turno en lugar de fijarse en función de la luna, como antiguamente. Y este año, que tocan elecciones, a los políticos les interesaba que la Feria se pisara de lleno con la campaña electoral, pues que mejor que tener a miles de jerezanos concentrados en un mismo lugar y no tener que ir a buscarlos puerta a puerta por sus casas. Así es la vida, digo la Feria, y así se la hemos contado, claro que cada uno cuenta la Feria según le va.

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