Ignacio morgado, director del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Barcelona

"La cooperación es mejor que la competitividad''

"La cooperación es mejor que la competitividad'' "La cooperación es mejor que la competitividad''

"La cooperación es mejor que la competitividad''

-En su nuevo libro, Emociones corrosivas analiza el origen de las emociones negativas. Continúa con el legado de su anterior trabajo, Emociones e inteligencia social.

-Exacto. Mientras el primero se basaba más en explicar qué son y cómo funcionan las emociones, éste se detiene específicamente en las más peligrosas, corrosivas e inconvenientes.

-¿Las emociones y la razón nos son innatas o adquiridas culturalmente? Es decir, ¿se pueden moldear con el aprendizaje?

-La capacidad de tener razonamiento y tener emociones es innata. El qué nos hace emocionarnos o en qué cosas razonamos sí es cultural. Es decir, la capacidad es nuestra, la cultura nos enseña cómo usarla.

-En relación a la crisis, la corrupción y las divisiones, ¿diría usted que somos una sociedad?

-Sí, lo somos. La envidia es uno de los sentimientos que podemos considerar más generalizados entre los humanos. En toda persona, sea pobre o rica, española o extranjera, homosexual o heterosexual, occidental u oriental, en la antigüedad y en el presente, etc. Es una reacción humana muy generalizable.

-¿Es necesario tener cierta dosis de competitividad y envidia o son totalmente contraproducentes?

-Son totalmente contraproducentes. En cierto grado suponen un motor de progreso, pero cuando la cosa es exagerada ya no funciona. Algunos dirán que la competitividad es un motor de crecimiento, incluso en las ideologías marxistas, pero eso no nos ha llevado a un mundo mejor. La ciencia ha demostrado que la cooperación es mejor que la competitividad, ya que la tecnología moderna ultradesarrollada con la que trabajamos diariamente todos los científicos del planeta sería imposible sin la colaboración. La física, la química, la matemática, la ingeniería, la informática, la biología todas aportan técnicas que me permiten trabajar en el laboratorio. Sin la cooperación nos habríamos atascado. Prefiero la autocompetencia, competir con nosotros mismos para superarnos, porque el estar pendiente de los demás sólo genera estrés y problemas mentales y de salud.

-Afirma usted que "nunca estamos satisfechos con nosotros mismos hasta que nuestros sentimientos encajan en nuestros razonamientos, y viceversa''.

-Esa falta de encaje entre emoción y razón, entre lo que queremos y lo que podemos, es la principal fuente de estrés. Se da cuando algo que queremos está más allá de lo que podemos, da igual la faceta que sea en nuestra vida. Si eso no se ajusta, se origina un estrés, un daño físico y mental que compromete nuestro bienestar.

-Ante la creciente violencia y el fenómeno del bullyng en las aulas ¿se necesita más inteligencia emocional en la enseñanza?

-Se necesita no sólo inteligencia emocional, sino también analítica para detectar las pautas y saber que niños están sufriendo ese horror. Toda las inteligencias son necesarias, sea emocional, analítica, creativa o práctica, y es importante tenerlas y desarrollarlas todas, y no prescindir de ninguna.

-¿Por qué la codicia ha sido protagonista negativa de nuestra cultura, presente incluso en mandamientos y pecados capitales, y ahora es vista como algo positivo, algo propio del capitalismo materialista?

-Tiene esa doble vertiente: por un lado es un motor de progreso que no hay que despreciar, pero por otro lado también genera odios y envidias, y puede ser la fuente de guerras. A nivel individual es tremendamente mala, a nivel institucional, siempre que se crezca sin ser a costa de los demás, puede tener un componente de progreso, pero lo peor que tiene la codicia es que genera bienestar a costa del malestar de otros.

-El odio ha sido un sentimiento fácilmente explotable para manipuladores de masas. ¿Cómo podemos protegernos de sus efectos?

"Todas las inteligencias son necesarias, ya sea emocional, analítica, creativa o práctica''

-Protegernos de eso es muy difícil. Porque existe una tendencia evolutiva a sentirse parte de una colectividad, que para empezar se define como un "nosotros'' respecto a un ''ellos''. Está en nuestro cerebro la necesidad de integrarnos, de ser uno más, de buscar la protección del grupo. El problema del odio es que si se instaura con fuerza, puede ser un modo de vida, y el odio al que más perjudica no es al odiado, sino al odiador. Ese es el que acaba somatizando su odio, teniendo problemas físicos y mentales.

-La vanidad sí que se ha convertido en un modo de vida gracias a las redes sociales. ¿A dónde nos puede llevar?

-Creerse más que los demás genera rechazo. Las personas rechazamos a egocéntricos y ególatras, y la vanidad lleva a la soberbia, humillando a los demás, buscando su acatamiento. Esto termina por producir aislamiento, que lleva a que solo le aprecie gente que ni le conoce, mientras por el resto termina siendo despreciado. Justo lo contrario de lo que buscaba.

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