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ADELA MUÑOZ PÁEZ Catedrática de Química Inorgánica de la Universidad de Sevilla

"Científicas somos muchas, pero invisibles"

"Científicas somos muchas, pero invisibles"

"Científicas somos muchas, pero invisibles" / d.c.

-Cuando leyó el Historias de mujeres de Rosa Montero, se dio cuenta de que no había ninguna científica. Es terrible, pero yo ni me lo planteé.

-Lo más tremendo del capítulo de la mujer en la ciencia es la invisibilidad: no ha resultado llamativo ni siquiera para las propias feministas. Las científicas caemos fuera de la sensibilidad incluso de las mujeres con más sensibilidad. Fue eso lo que me movió a desarrollar una curiosidad que terminó siendo hobby y luego pasión. Desde entonces es una investigación que se ha incrementado muchísimo, sobre todo a partir de este siglo. Yo pondría un antes y un después en Ágora, porque las películas llegan a mucha más gente que los libros, igual que ahora pondría otro hito con Figuras ocultas.

Decir que la mente masculina está más hecha para la ciencia es una tendencia insidiosa"

-También es que otros campos, la historia, la literatura, la política... son más dados a la palestra.

-Para que toda una Marie Curie saliera de círculos tan cerrados como los científicos se dieron varias circunstancias, entre ellas, que su hija Eva publicara su biografía: ni siquiera el haber ganado dos Nobel la habrían acercado al gran público de la manera en que lo hizo ese relato conmovedor.

-Imagino que en Sabias son todas las que están, pero no están todas las que son.

-Salta a la mente enseguida Vera Rubin, que falleció hace poco y descubrió las evidencias de la existencia de la materia oscura sin que le dieran el Nobel. Pero tantas otras: Lise Meitne, que realizó uno de los grandes descubrimientos de la fisión nuclear, Sophie Germain, Sofia Kovalevskaya... La presencia de mujeres en los Nobel científicos no es en absoluto representativa ni de su cantidad ni de la calidad de sus trabajos.

-¿Qué tenían en común las mujeres que retrata?

-Yo diría que la curiosidad por entender el mundo que les rodeaba. La curiosidad, como decía Marie Curie, es innata al ser humano, no tiene sexo. Eran desde luego personalidades especialmente fuertes y hábiles para sortear todas las barreras y tenían una ambición por comprender.

-Hay que tener una determinación tremenda para decirse "soy capaz de entender esto" cuando todo tu mundo dice lo contrario.

-Tomemos el caso de Émile de Breteuil, amante de Voltaire. Ella no veía que las contribuciones masculinas fueran más importantes que las que hacía ella, pero no la dejaban entrar en las academias. Como era noble, su posición le permitió formar una especie de academia paralela en uno de los castillos de su marido, financiada por Voltaire: los dos crearon una biblioteca de más de 25.000 volúmenes con laboratorio; allí se reunían los científicos más reputados de la época y también podían intervenir mujeres. El discurso negaba a las mujeres discurrir como seres pensantes: Kant sostenía que a las mujeres filósofas (científicas) bien podría salirles barba: es decir, lo eran porque tenían carácter masculino. Y lo mismo decía Gregorio Marañón a mediados del XX.

-O la mofa: la intelectual siempre ha sido la marisabidilla, la pedante.

-Este estigma ha llegado hasta el siglo XX. Cuando todas las prohibiciones formales fallaban y la mujer conseguía entrar en los círculos académicos, caía el peor de los estigmas, que era el del ridículo: el más difícil de todos porque es el que ha estado en el imaginario colectivo, y eso queda.

-Diría que heredero directo de todo esto es esa especie de que la mente masculina "está más hecha" para lo científico.

-Y ahora es algo que se dice mucho, eso de que los hombres son mejores con los mapas... El cerebro es tan complejo que decir que hay diferencias entre géneros es, como poco, muy arriesgado. No tiene base: habría mayor diferencia según estímulos, entre una persona educada en África y un europeo, por ejemplo. Pero es una tendencia insidiosa. A finales del XIX Moebius decía que la mujer era menos inteligente por el menor tamaño del cerebro. Son afirmaciones basadas en evidencias sesgadas y no completamente contrastadas, en la línea de esos argumentos que diferenciaban cerebros de negros y blancos; pero esas afirmaciones se criticaban de forma más clara.

-Hace poco fue el Día de la Mujer en la Ciencia.

-Soy consciente de esa iniciativa desde el año pasado, cuando participé en un proyecto que hemos llevado ya a miles de niños en Primaria. Este año ha tenido una mayor repercusión: han puesto en marcha una web que ha recogido más de 250 actuaciones. La jornada trabaja por la visibilización, porque es esencial y no una fantasía: en España, las mujeres somos un 40% de la población científica. Somos muchas, pero invisibles.

-Cierra el libro con unas hermosas palabras de Marie Curie en las que dice que el científico es como un niño ante un cuento de hadas.

-Siempre he estado en contra de los que consideran que la ciencia tiene que ser útil: la mayor parte de los descubrimientos tienen aplicación, pero tarda en darse. El primer láser se descubrió en el 62 y su popularización en cirugía, en depilación... no ha sido hasta hace unos años. Y como eso, todo. La ciencia es belleza porque te plantea un universo por descubrir.

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