El Puerto

ramón sánchez pina Superviviente de la División Azul

RAMÓN Sánchez Pina nació en la Ribera, en la Casa de la Escalerita el 3 de marzo de 1921. Cuando Ramón contaba apenas un año, su padre Manuel Sánchez Atalaya, entró a trabajar para la Iglesia como Sacristán en la Parroquia de San Joaquín a donde se fue a vivir toda la familia, y donde fue bautizado, hizo éste 90 años. Pero al hijo del sacristán, que fue monaguillo, le cogería la proclamación de la II República con 10 años. Estudiará en el Pósito de Pescadores por poco tiempo: había que arrimar dinero a la familia porque al padre lo echan de Sacristán.

Un hermano de Ramón, presidente de la Sociedad Obrera de Camareros, una especie de sindicato gremial progresista y que otros hermanos fueran militantes de partido de izquierdas fueron la causa de que les pusieran, literalmente, de patitas en la calle. Y así empezó un largo peregrinar por diversas viviendas de aquel Sacristán venido a menos y su larga prole -6 hijos- por diversos domicilios: Larga, Pozuelo, Durango...

El padre coloca a Ramón de monaguillo en la Iglesia Mayor Prioral, donde estará dos meses y luego con el mismo oficio además de mozo, en el antiguo Hospital San Juan de Dios. También ejercería en el Convento del Espíritu Santo, el Asilo de Huérfanas y las Capuchinas. Un par de años más tarde, en 1933, se va a trabajar en la Papelería Cortés, con Emilia y Elisa, como repartidor y vendedor de periódicos, llegando a ganar 1 peseta diaria, que compatibilidad con la venta del periódico comunista Mundo Obrero, donde se ganaba otra peseta al día.

En 1936 ya no vendía periódicos. Entra a trabajar como aprendiz, con 15 años, en la Carpintería La Palma y de chicuco en las casetas de playa. El día que se produjo el Desembarco de los Moros en los muelles de El Puerto, el 18 de julio, lo mandaron para su casa. Los moros eran seguidos por la chiquillería, alborotadora, que contemplaron como sacaban a los falangistas que estaban presos en la Prevención. En el Ayuntamiento se cambiaron las tornas y organizaron el nuevo régimen; luego fueron a la Casa del Pueblo. Hubo tiros, algunos heridos y los niños desaparecieron, se cerraron comercios y en España y en El Puerto empezaría una nueva etapa que duraría 40 años.

Ramón siempre fue un buscavidas y buscando trabajo llegó a ejercer de freganchín en la Taberna La Burra en la calle Cielos, en La Antigua de Cabo, en las corridas de toros y en fiestas privadas. Como aprendiz de carpintería ayudaba a su padre, que en aquellos tiempos se ganaba la vida como fotógrafo de comunión, tomando instantáneas a los marineros o a los niños del Batallón Infantil, junto a otros conocidos retratistas de la época de El Puerto como Quico Sánchez o Justino Castroverde.

Debido a su papel como repartidor de Mundo Obrero, los Requetés lo quisieron llevar al frente de batalla y para ello lo pusieron a hacer instrucción militar. Pero un amigo le presentó a Juan Ignacio Varela Gilabert que lo introdujo en la organización juvenil de la Falange -los flechas- y se salvó de ir a la guerra. Eso si, todos los domingos y fiestas de guardar, tenía que ir a misa. Fue precisamente con los flechas que fueron a Rota a escoltar la procesión de la Virgen del Rosario cuando conoció a la que habría de ser su mujer, Catalina Santos Lucero. Estamos en 1938. Y a partir de entonces, domingo si domingo no, se desplazaba a la vecina población a ver a su novia. En 1939, con la mayoría de edad, lo mandan a Utrera a hacer la instrucción para ir, esta vez si, al frente de batalla. Allí conoce Manuel Delgado Almisas, que era practicante, y con él estuvo en el botiquín y haciendo la instrucción durante 21 días, con tan buena fortuna que se acabó la guerra y no conoció la confrontación en primera persona. Vuelta a El Puerto donde se coloca de eventual en Bodegas Caballero primero y luego en Bodegas Terry.

En 1941 se incorpora otra vez al Servicio Militar. Viendo el hambre que había en Cádiz decide enrolarse en la División Azul -al menos comería- ganando 7,50 pesetas al mes. La División Azul -Blaue Division, para el ejército alemán, o la 250 Einheit spanischer Freisilliger de la Wehrmacht-, una unidad de voluntarios españoles que sirvió a partir de 1941, y oficialmente hasta 1943, en el bando alemán durante la II Guerra Mundial, principalmente en el frente oriental contra la Unión Soviética.

Allí estaría con otros porteños, entre otros Pepe Benjumeda, el Neno, pasando dos inviernos de auténtico frío. Fue artillero conductor del 4º de Carros del 2º Escuadrón, llevando también un armón de artillería. Recuerda aún el ametrallamiento aéreo de la columna en la que iba en el frente de Nogolor y en el Frente de Leningrado (San Petesburgo). De El Puerto fueron unos 25, -en Sevilla se bajaron 4- regresando los de Artillería, no así los de Infantería que volvieron pocos. Recuerda a Pepe Barragán, Francisco Camacho Ullén, Ramón Ortiz, José Navarro Guerra, Quirós Vergara, Manolo Morillo (de infantería, que no regresó, muerto en Voljow). Ramón hizo amistad con el Cabo Carmelo Gómez Corella, con el que todavía se habla por teléfono.

En 1943 se incorpora de nuevo en Bodegas Terry donde haría de todo: embotellador, pintor, ayudante de carpintero, camarero, ... jubilándose como conserje en 1981, con 60 años. Lleva pues 30 años de jubilado jubiloso, con una memoria impecable, una conversación amenísima y nada pesada ni aburrida, y muchas cosas que contar y compartir que, en una segunda parte esperamos ofrecerles a los lectores de Diario de Cádiz.

Ramón se casaría en el año 1946 con Catalina Santos Lucero -fallecida hace dos años- con quien tuvo 11 hijos: los nietos y los biznietos siguen de camino. La ceremonia la celebró en la Iglesia Mayor Prioral, fijando su residencia en la calle Luna, 47. En la actualidad vive en un piso en una barriada que no podía tener un nombre más apropiado con su relación profesional: la Barriada de la Vid.

Ramón, con tanta familia, tenía que seguir haciendo lo que hizo toda su vida: trabajar y compatibilizó sus ocupaciones en Terry con las de camarero -algo que también ejerció en la Bodega- en Los Tres Reyes, el Bar Vicente, el Resbaladero, en la Feria llevando la Caseta de Helo-Libo. Además, participó en la construcción del Depósito de Gasoil en 'La Otra Banda', o cuando estaba parado, acarreando tablillas en el Muelle, e incluso descargando maletas en la Estación. Su larga prole se tiene que sentir orgullosa de un hombre trabajador, sensible, culto e inquieto que al enterarse de que Gente del Puerto se lee por Internet, no ha dudado en pedirle a sus hijos que le instalasen en su casa un ordenador para conocer -tiene muchas ansias de conocer- qué se cuenta de sus paisanos, de las Gente y Habitantes de El Puerto.

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