Medio ambiente El alto valor ambiental del humedal más grande de El Puerto, la salina de Santa María

Un paraíso ornitológico entre sales

  • En los últimos años se ha incrementado notablemente la población de aves en la salina de Santa María · La Junta lleva a cabo un proyecto para ampliar la explotación salinera y las zonas de nidificación

Era la década de los 50 del pasado siglo. Estaban a pleno desarrollo las políticas surgidas de la Ley de colonización de grandes zonas regables que se había aprobado en 1939. Esto había ocasionado que el régimen franquista pusiera especial empeño en la búsqueda y explotación intensiva de nuevos suelos para la agricultura. En lo que concierne a la provincia, las miras se pusieron en más de 5.000 hectáreas de marismas ubicadas en plena Bahía. La intención era clara: desecarlas y destinarlas para regadío. La actuación fue un rotundo fracaso dada la alta salinidad de los suelos, lo que impide que pudiera explotarse para la agricultura, pero nadie lo tuvo en cuenta entonces. Los terrenos desecados quedaron completamente abandonados pero la intervención ya había provocado un impacto brutal en la flora y la fauna.

Décadas después, algunos de estos espacios se han podido recuperar en parte, tanto por designios propios de la Naturaleza como por actuaciones antrópicas. Un ejemplo es el parque metropolitano de Los Toruños, que se ha convertido en el gran espacio verde de la Bahía. No obstante, y relativamente cerca, se encuentra un humedal que está alcanzando poco a poco un alto valor ambiental. Es la salina de Santa María, que ocupa una superficie de más de 800 hectáreas en el extremo sudeste del término municipal y que sirve de linde con los términos municipales de Jerez y Puerto Real.

En 1996 la Dirección General de Costas, organismo dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, autorizó que estos suelos se explotaran como salina. De hecho se advertía en el informe de impacto ambiental que permitía la actividad ya que estos terrenos "no constituyen lugar ni de nidificación ni de alimentación de las aves localizadas en las zonas húmedas del cercano Parque Natural de la Bahía de Cádiz". Catorce años después, esta afirmación ha quedado completamente desfasada. Según los datos aportados por la Consejería de Medio Ambiente, en 2009 se estimó que había una comunidad reproductora en la salina de Santa María conformada por unas 564 parejas de ocho especies diferentes, un número que ha ido incrementándose progresivamente desde los primeros seguimientos realizados a principios de la pasada década. De hecho, las poblaciones de especies tales como la avoceta, el charrancito o el chorlitejo son de las más grandes de la Bahía.

Hace dos años, la salina se incluyó dentro del inventario andaluz de humedales por su alto valor ecológico. Entre los argumentos para este reconocimiento se encontraba su amplia variedad ornitológica, una cualidad favorecida por la existencia de unas balsas con diferentes profundidades y, por ende, con distintas concentraciones de sal. Así, este enclave se ha convertido en un nuevo paraíso para las aves, fundamentalmente para las limícolas, aunque también destaca la población de águilas pescadoras en periodos de invernada. Y, lo curioso, es que esto se ha producido en un espacio que es una de las salinas con mayor nivel de explotación de Andalucía. No en vano, de ella se obtienen unas 120.000 toneladas de sal anualmente.

De este modo, se da una dualidad como zona de alto valor económico y ambiental, dos conceptos que suelen ser contrapuestos. Pero para la Junta la salina de Santa María es un claro ejemplo de que este binomio es posible. Y para corroborarlo presentó ayer un proyecto que pretende, por un lado, ampliar el espacio de explotación de la superficie salinera y, por otro, crear nuevas zonas para fomentar la nidificación de estas aves.

Para ello, ya se están ejecutando las obras de reconstrucción de unos antiguos muros en unas 100 hectáreas del estero más próximo a uno de los meandros del río San Pedro. Se reformarán siete muros que estaban prácticamente desaparecidos por el efecto de la erosión de las mareas. Con ellos se crearán unas balsas que se incorporarán al proceso de obtención de la sal. El director gerente de Marítima de Sales SL (empresa que tiene la concesión de la salina), José Armenteros, aseguró ayer que se espera incrementar la producción en un 20%.

Pero el proyecto tiene un componente ambiental ya que estos muros se adaptarán a las necesidades de estas aves acuáticas. Para ello su superficie se rellenará con restos de concha y grava, idóneos para los nidos de estas especies. Además estos muros no serán transitables. Esta actuación permitirá también que se regeneren algunos de estos pasillos donde en las últimas décadas había proliferado el sustrato herbáceo, lo que había ocasionado que se asentaran especies predadoras como la gaviota patiamarilla.

En cuanto al proyecto, la delegada provincial de Medio Ambiente, Silvia López, señaló ayer que es un "ejemplo" de que son "compatibles" medio ambiente y economía. "Se demuestra una vez más que el desarrollo económico y medioambiental es posible", agregó.

La recuperación de parte de la salina de Santa María forma parte de una iniciativa de gestión y restauración de humedales que está llevando a cabo la Consejería de Medio Ambiente a nivel autonómico. Para ello se ha procedido a la firma de convenios con las empresas explotadoras de distintas salinas de la provincia para que se acojan a una serie de ayudas que superan los 825.000 euros. Además de la que se está ejecutando en Santa María, se prevén otras actuaciones tales como la creación de islas para la nidificación de limícolas en las salinas de Tres Amigos y San Félix, de San Fernando, o la ampliación de islas para la colonia de pagazas en la Haza de la Torre, en el término municipal de Jerez.

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