El Puerto

Entre las dudas y el malestar

  • El escaso margen horario para adquirir el billete y la obligatoriedad de introducir el importe exacto, las principales quejas de los usuarios en el primer día de implantación de la zona naranja en Valdelagrana

Sorpresa e indignación. Esos fueron los sentimientos más experimentados ayer durante el primer día de funcionamiento de la zona naranja en Valdelagrana. Una usuaria lo explicaba así: "ya sabíamos que teníamos que pagar, pero creíamos que sería como cualquier parquímetro".

Y es que las 30 máquinas instaladas en la zona únicamente contemplan tres tarifas fijas. Una hora cuesta 1'20 euros, cuatro horas 3'60 y el máximo, de ocho horas, un total de seis euros. "Yo creía que podía echar dos euros y que aguantara el tiempo que fuera", explica otro usuario. "Estas tarifas te obligan a calcular previamente cuánto vas a estar en la playa, y hay veces que salta el viento o no tienes más ganas y te vas", cuenta una usuaria, visiblemente molesta.

La otra queja reside en la obligatoriedad de introducir el importe exacto en la máquina. "Es una molestia, para nosotros y para los bares cercanos, que van a estar dando cambio todo el verano", asegura un conductor. Dos señoras de mediana edad, residentes en Jerez, se quejan de que "no acepta billetes y no sabemos cuánto tiempo vamos a estar aquí".

Ellas, al igual que numerosos usuarios que se encontraron ayer con los parquímetros, volvieron a montarse en su vehículo para iniciar la búsqueda de otro lugar de aparcamiento. Esa circunstancia se repitió en muchas ocasiones, hasta el punto de que las calles más próximas a las bolsas de aparcamiento y a la avenida Santa María del Mar presentaban un aspecto inusualmente transitado. La gran mayoría de plazas se encontraban ocupadas al mediodía, pese a lo cual muchos conductores recorrían la zona afanándose por encontrar un aparcamiento libre de tasas.

Esta circunstancia tiene un efecto colateral, y es que en una de esas calles se encuentra una residencia de la tercera edad, además de bloques de viviendas. Una persona que acudía a visitar a un familiar a la residencia explicaba que "los que venimos a recoger a alguien tenemos que aparcar muy lejos, y muchas veces son personas mayores que no pueden recorrer esa distancia". Un vecino, residente durante todo el año en la zona, también añadía que "yo tengo plaza de aparcamiento en mi vivienda, pero entiendo el malestar de los vecinos, no ya por el precio, que es simbólico, sino por la imposibilidad de encontrar aparcamiento".

Pero no todos los usuarios optan por aparcar en las zonas cercanas. Un conductor molesto explicaba, alzando la voz: "yo soy de El Puerto, vivo aquí todo el año, y vengo de pagar en el parking del centro y ahora aquí, y encima sin ninguna comodidad". Tras esto, optó por decirle a su familia: "nos vamos a otra playa". Dicho y hecho, arrancó su vehículo y abandonó la zona.

Uno de los cinco empleados que trabajan simultáneamente en Valdelagrana, que forman parte de una plantilla de ocho trabajadores, intentaba capear las críticas con buen humor. "Yo sólo trabajo aquí, no soy el que pone los precios", aseguraba. A lo que una usuaria replicaba: "no puede ser que siempre paguemos los mismos, la clase media y baja". Además, se quejó de que "no podemos reclamar, pongan el precio que pongan, hay que tragar y pagar lo que dicen".

Los empleados tienen la obligación de formalizar una denuncia a los vehículos que no hayan adquirido el billete. No obstante, puede ser anulada si se abonan 7'50 euros. Eso sí, la anulación debe hacerse durante la misma jornada, ya que al día siguiente, según explica uno de los empleados, "la multa pasa al Ayuntamiento y el precio asciende hasta los 80 euros".

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