El Puerto

Una asignatura que sigue pendiente

  • La ciudad continúa sin erradicar las deposiciones caninas de sus calles pese a las campañas municipales

  • El censo contabiliza 20.787 perros, de ellos 484 potencialmente peligrosos

Una señal que prohíbe la deposición de las mascotas en pleno casco histórico, junto al castillo de san Marcos.

Una señal que prohíbe la deposición de las mascotas en pleno casco histórico, junto al castillo de san Marcos. / andrés mora

Algunos los llegan a calificar de forma exagerada como 'minas antipersona', otros notan que a veces caminar por las calles es como participar en un eslalon en el que hay que mantener alerta los sentidos. Recordar a alguien que recoger los excrementos de su mascota es una obligación cívica puede resultar un deporte de riesgo. En esto, como en casi todo, las apariencias engañan y perfiles que podrían parecer antisociales son precisamente los más concienciados. Se podría escribir un tratado sobre un fenómeno que se mantiene prácticamente inalterable en los últimos 40 años, al menos en algunas ciudades: el de dejar los excrementos de las mascotas en mitad de la calle sin recoger. En una localidad como El Puerto, que aspira a ofrecer la mejor cara al visitante para que vuelva, hay actitudes que no ayudan.

Pese a las campañas puestas en marcha por el Ayuntamiento, la recogida de las deposiciones de las mascotas por parte de muchos dueños sigue siendo una asignatura pendiente, en la que se ha avanzado poco en estos últimos años.

Tal como reconocen fuentes municipales el número de sanciones aplicadas en 2017 por estas actitudes incívicas ha sido muy baja, ya que se ha optado por la concienciación, en la que se lleva trabajando más de cinco años. Según la Ordenanza Municipal sobre tenencia y control de animales de compañía existen una serie de normas en las vías y espacios públicos. A ellos se deben atener siempre que salgan a las calles y plazas los propietarios de los 20.787 perros que están censados en la ciudad portuense, de los cuales 484 animales son potencialmente peligrosos.

Según dicha normativa, "la persona que conduzca al animal queda obligada a la recogida de las defecaciones del mismo en las vías y espacios públicos o en zonas y elementos comunes de los inmuebles, de conformidad a lo estipulado en la Ley de Protección Animal y a lo regulado en la Ordenanza Municipal de Residuos Urbanos y Limpieza Pública". No obstante, en caso de que se produzca la infracción de esta norma, la autoridad municipal podrá requerir al propietario o a la persona que conduzca al perro a retirar las deposiciones del animal. Caso de no ser atendido su requerimiento "podrá imponer la sanción pertinente". En este caso, las sanciones podrían oscilar entre 75 a 500 euros de multa, ya que la normativa lo considera una "sanción leve".

Las campañas municipales de concienciación para evitar los excrementos caninos en los espacios públicos se remontan como mínimo a 2013, cuando los operarios de mantenimiento de Parques y Jardines elevaron una queja a la Concejalía de Medio Ambiente para denunciar que mientras realizaban labores de desbrozado, corte de césped o limpieza, se encontraban a diario con desechos caninos, lo que les hacía estar expuestos a enfermedades provocadas por el contacto directo con los excrementos. Ya entonces desde la concejalía se puso en marcha una campaña para concienciar a los propietarios de sus responsabilidades. Al año siguiente se intensificaba la campaña, con el lema 'En casa las recoges, la calle también es tuya', en la que se informaba sobre los peligros de dejar en la calle estos residuos.

A principios de febrero de 2018, se realizó una nueva campaña informativa y preventiva, en este caso del área de Seguridad, en la que el propio concejal insistía en la necesidad de contar con la ciudadanía en la tarea de mantener las calles limpias, y advertía de la responsabilidad de las personas que tienen animales de compañía, "que deben ser asumidas para mantener la buena convivencia y un buen estado de nuestras plazas y calles".

Tras el desarrollo de dicha campaña informativa y preventiva, el concejal Ángel M. González admitía que no había surtido el efecto esperado, y adelantaba que se entraría en una nueva fase, en la que se haría hincapié en sancionar a aquellos propietarios "que no respetan los principios de convivencia, que en este caso suponen una imagen muy sucia de la ciudad, alterándose incluso las pacíficas relaciones entre portuenses". Hasta la fecha, el problema continúa.

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