El Vaporcito 80 años surcando los mares de Cádiz

80 años y un futuro incierto

  • El mítico Vaporcito, que llegó a la ciudad en 1929 cubriendo el trayecto hasta Cádiz, ve peligrar su supervivencia debido a la competencia y la reordenación del muelle

Ay, Vaporcito de El Puerto, tú eres la alegría, de ese muelle tan hermoso, con ese rumbo garboso con que cruzas la Bahía. Paco Alba lo relató como nadie en el año 1965 con la comparsa Los Hombres del Mar con una letra en la que supo captar la esencia de un barco emblemático para la provincia, declarado Bien de Interés Cultural por la Junta de Andalucía.

80 años se cumplen desde que el Vaporcito surcara por primera vez las aguas de la bahía gaditana. Pocos conocen su verdadero nombre (Adriano III) y la gran mayoría de gaditanos lo llaman por su popular apodo.

El Vaporcito llegó a El Puerto para la Exposición Iberoamericana de Sevilla durante el año 1929 propiedad de una familia de El Ferrol. Su repercusión fue tal que se quedó para siempre en la ciudad: "Era un barco moderno, de motor y no de caldera como los de entonces. Hablaron para que permaneciera aquí y no volviera a Galicia" recuerda Andrés Fernández Valimaña, desde el 2002 gerente de la empresa que maneja el Vaporcito.

La actual embarcación fue encargada a los astilleros de San Adrián de Vigo en el año 1955.

"El verano no comenzó bien así que pensamos que iba a ser una temporada muy dura. Pero Agosto ha ido mejor, se ha visto más gente y hemos mejorado los números. Ha habido mayor afluencia, pero en cualquier caso, menos público que el pasado verano" lamenta Fernández, que asegura que desde hace años la empresa no es rentable: "Estamos aguantando el Vaporcito por tradición y para ver si le podemos dar otro sentido. Nos da pena que el sacrificio de todos nuestros padres se vea perdido, pero rentabilidad hace años que no tenemos".

La competencia del catamarán ha mermado enormemente los números de la empresa, hasta tal punto que llevan años manteniedo los mismos precios. Para realizar un único trayecto el precio del Vaporcito es de tres euros, mientras que el viaje de ida y vuelta cuesta cuatro. "Con la competencia subvencionada que tenemos nos vemos condenados a mantener los precios" explica Fernández.

Es cierto que al usuario le puede salir más rentable viajar en catamarán que en el Vaporcito, pero no todo se reduce a cuestiones económicas: "El Vapor es mucho más bonito y tradicional que el catamarán. Somos muchos los que preferimos viajar en este barco, todo un emblema de El Puerto" comenta uno de los viajeros que esperan en el muelle.

El Vaporcito se nutre básicamente de turistas (tanto nacionales como internacionales) y algunos pocos estudiantes. Apenas hay trabajadores que lo utilicen pues la competencia absorbe al tipo de cliente que navega más por necesidad laboral que por placer o turismo.

Ocurre que el Vaporcito también puede verse afectado por la reurbanización que desde el equipo de Gobierno pretenden llevar a cabo en Bajamar y que también abarcaría la margen derecha del río Guadalete. La reordenación prevista ubicaría el muelle del Vapor más alejado de la posición actual, en una zona habilitada para los servicios marítimos más allá de la antigua lonja.

A lo largo de estas ocho décadas de vida, el Vaporcito ha sido testigo de la evolución de la ciudad: "desde que mi familia llegó a El Puerto, está ciudad ha cambiado mucho, y más que va a cambiar" explica Andrés. Por sus tablas se han llegado a rodar películas como La Lola se va a los puertos, La Becerrada o Calle 54, y su imagen es logotipo turístico de la ciudad de El Puerto.

"Recuerdo con especial cariño y gran honor la placa que la peña Paco Alba colocó en el Vaporcito con esa letra que inmortaliza al barco y que mucha gente canta espontáneamente" señala Andrés Fernández al preguntarle por su mejor recuerdo.

Hoy, el Vaporcito hace un total de doce trayectos diarios, seis por la tarde y seis por la mañana, más algunas travesías nocturna, para un trayecto que ha sido siempre El Puerto-Cádiz y viceversa.

"Estamos un poco decaídos de cara al futuro porque la cosas están complicadas" explica Fernández, preocupado por la profunda crisis económica, la compleja situación urbanística y el impacto de la competencia. Sin embargo, el gerente del Vaporcito aún albega esperanzas: "De peores crisis hemos salido. Creemos que el Vaporcito tiene su sitio en la Bahía de Cádiz y podrá levantar el vuelo", concluye con seguridad.

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