El Puerto

Sol y Vida hace de la Navidad una celebración que envuelve a todos

  • La asociación humanitaria portuense organizó una cena de Nochebuena para personas necesitadas cuyos ingredientes fueron el cariño y el compañerismo

Mariscos, mejillones, tortilla de patatas, empanada, fiambre, carne mechada, un poquito de jamón, postres, y, por una vez y sin que sirva de precedente, unas copitas de vino. Cualquier cena navideña podría incluir en su menú alguno de los platos expuestos, pero probablemente el ingrediente de lo entrañable y la solidaridad, hicieron del comedor de la asociación Sol y Vida, un encuentro único el pasado 18 de diciembre en su sede de la calle Cruces.

Unas 50 personas acudieron a la cena de Navidad que organiza anualmente el voluntariado de esta asociación portuense, individuos que, por unas razones u otras buscan, además de ser alimentados, un lugar en el que sentirse especiales.

Enrique, miembro de Sol y Vida asegura que la generosidad, tanto del voluntariado, como de benefactores esporádicos, hace posible que cada año las personas más necesitadas de la ciudad puedan tener su "noche de gloria". El banco de alimentos de Cádiz aporta un importante porcentaje de productos para que esto sea posible, a lo que hay que sumar, añade la presidenta de la asociación, Carmen Cerezo, "la generosidad de los ciudadanos de El Puerto".

Pero la magia de la cena navideña reside precisamente en el día a día que precede a tal evento. El voluntariado se organiza por turnos de cuatro personas que desempeñan papeles de camareros, cocineros y limpiadores para desayuno, comida y merienda los 365 días del año. La mayoría de las personas que acuden a este salón comedor, situado en la calle Cruces, son indigentes y deambulantes que apenas tienen dónde dormir y son tan fieles a su cita que el voluntariado conoce los gustos y preferencias de sus "clientes".

José Gutiérrez, camarero jubilado y colaborador de Sol y Vida recuerda el ejemplo de altruismo que le dio hace unos meses una de las personas que frecuenta el comedor. En una mesa estaban sentados dos chicos jóvenes a los que les encanta el menudo y un señor un poco mayor, a pesar de que este plato supone un "un manjar" para su paladar, sin dudarlo dos veces, asegura José Gutiérrez, se quedó sin comer por cederle su porción.

En este sentido, los organizadores y responsables de la asociación coinciden al afirmar con rotundidad que reciben mucho más de lo que dan. Mercedes sólo lleva desde el pasado agosto en Sol y Vida pero subraya que es una experiencia muy positiva porque "de vez en cuando", afirma, "es necesario ver la felicidad en la sencillez de lo cotidiano".

El perfil de los que se presentan en el comedor suele responder a personas que han sufrido duros golpes en la vida. Precisamente por ello, el agradecimiento de estas personas es conmovedor y estimulante. Milagros, una veterana del comedor alaba la labor de sus "cuidadores" con una rumbita en la que el estribillo dice: " No hay dinero que pague el trato que me dan".

Antonio Ceballos fue director de la residencia de ancianos El Madrugador y, ahora retirado, entiende que todo aquel que ha dedicado su vida a ayudar, profesional o personalmente a los demás, tiene que continuar con esa tarea porque "es condición".

Este equipo infalible, sigue funcionando como un reloj. Las navidades no les nubla y abren sus puertas a las 9:30, 13 y 18 horas.

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