Lunes Santo. Afligidos

Silencio de tarde en el antiguo hospital

  • La hermandad procesionó sin la música de capilla ni de un címbalo

Lunes Santo ha pasado a ser una jornada de completo silencio. En años precedentes, este se rompía por los bellos y pausados sones de una capilla musical y por el repique ocasional de un címbalo, que era portado por un muñidor que precedía a la Cruz de Guía, un detalle que aludía al carácter sacramental de la cofradía radicada en el antiguo hospital de San Juan de Dios. Sin embargo, la hermandad de Los Afligidos decidió prescindir de ambos en su salida procesional de la tarde noche de ayer.

Pero estos detalles pasaron casi desapercibidos porque todas las miradas estaban puestas en el cielo. El de ayer fue un día de incertidumbre para esta corporación ya que ha sido una de las más perjudicadas en los últimos años por los caprichos de la climatología, y ese mal recuerdo siempre se tiene presente. Pasadas las seis y media de la tarde, la junta de gobierno se reunía para decidir si se salía o no; tres cuartos de hora más tarde, dos miembros del Consejo Local de Hermandades confirmaban que habría procesión, pero que se iniciaría con un cuarto de hora de retraso.

Pasaban las siete y media y la hermandad se ponía en la calle, eso sí, con un cortejo algo menor que en años precedentes. Tomaba rumbo a Carrera Oficial, a la que llegaba aún con la luz de la tarde, lo que hizo que se viera una estampa inusual de la jornada del Lunes Santo. Al cierre de esta edición, la cofradía iniciaba su estación de penitencia en la Iglesia Mayor Prioral.

Previamente a todo esto, la hermandad celebró por la mañana su eucaristía preparatoria de la salida procesional. En esta ocasión, el oficio religioso se realizó por la mañana en lugar de momentos antes de la salida procesional por decisión de la nueva junta de gobierno de la hermandad, que dirige Manuel García Cómez.

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