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El orden de los tiempos

La Prioral, nuestra ilustre desconocida

  • En el interior del templo, y rodeando las naves que componen su edificación, las capillas constituyen todo un rosario de inesperadas joyas, algunas en lamentable estado de conservación

El recorrido por el interior de la Prioral que les propongo y la descripción de parte de su contenido es puro capricho. He creído oportuno, de una manera aleatoria y personal describir algunas de las muchas joyas que este templo portuense encierra.

El primer maestro de obras que dirigió la construcción de la Prioral fue Alfonso Rodríguez, maestro mayor de la Catedral de Sevilla desde 1498 y autor también de las iglesias de Santiago en Alcalá de Guadaira y Santa María en Carmona. Bien es cierto que lo que ahora observamos corresponde a la reedificación, no exenta de polémica, que en 1647 iniciase el cantero jerezano Antón Martín Calafate y culminase en 1671 el arquitecto portuense Francisco de Guindos.

En el interior de la Prioral, y rodeando las naves que componen su edificación, las capillas constituyen todo un rosario de inesperadas joyas, algunas a punto de desaparecer por su lamentable estado de conservación.

A la derecha del Altar Mayor la del Sagrario, del siglo XVII. En su interior vemos un retablo de plata repujada que en 1687 dono el capitán Juan Camacho Jaina, alcalde mayor de la ciudad de San Luís de Potosí y curiosamente primer editor de Sor Juana Inés de la Cruz. Fue realizado por el orfebre mejicano José de Medina sobre plata de las importantes minas de San Luís de Potosí. Esta considerada como una de las más importantes obras de orfebrería que se conservan en la provincia de Cádiz.

Especial mención, el ángel lamparero que cuelga del arco realizado en madera, tradicionalmente atribuido a La Roldana. Sin abandonar aún la Capilla del Sagrario podremos contemplar la espectacular reja de hierro que cierra la misma, donada por Alonso de Nabas y Boheras. Guarda así mismo dos obras pictóricas de José María Rodríguez Losada (1845) y Sebastián Romea (1859).

La Capilla que hoy ocupa la Hermandad de La Oración en el Huerto es la de San Antonio que posee en su interior un retablo, el de Benavides que data del siglo XVI y que en su parte inferior posee cuatro tablas posiblemente de la escuela sevillana de finales del siglo XV con influencias italianas.

Al fondo, la Capilla de la Soledad, en cuyo interior se pueden contemplar la imagen de la virgen, esculpida por Gaspar Becerra y La Urna del Santo Entierro, que en 1895 fue donada por Ana de la Sierra y realizada por el platero sevillano Francisco Lastortres.

También junto a la Puerta del Perdón hallamos la Capilla Bautismal donde se encuentra una pila de mármol italiano ya en desuso y que entre otros portuenses fue bautizado en 1753 el capitán general de la Armada Francisco Javier de Uriarte y Borja, que además de explorar el estrecho de Magallanes el 21 de octubre de 1805, participó en el combate de Trafalgar al mando del famoso navío Santísima Trinidad, poniendo fuera de combate al buque insignia de la Escuadra Inglesa en el que pereció el almirante Nelson.

Otras capillas que igualmente se encuentran abandonadas a la suerte, a pesar de que algunas Hermandades y Cofradías custodien decorosamente su estado, serían la Capilla de Las Animas (1572) con retablo barroco atribuido a Francisco de Rivas y una escultura de San Miguel con tintes de la escuela de la familia Roldán; o la de Santa Rita (siglo XV). En la Capilla del Nazareno, mientras se procedía a la restauración del santo en el taller de Miñarro, se descubrió en su interior una leyenda que decía: 'esta hechura de San Juan hizo en Sevilla Pedro Roldán maestro escultor en el año 1662 vivía en calle La Muela'. Este descubrimiento ponía fin a las elucubraciones sobre quién era el autor de esta única pieza de la imaginería portuense.

Pero es sin duda la imagen de la Virgen de los Milagros, la que se lleva la palma. Parece ser que data de mediados del siglo XII, tener probablemente procedencia centroeuropea y haber sido traída a nuestra ciudad por repobladores cristianos. En la actualidad conserva escasos elementos de su estado originario. Se trataba de una efigie de Virgen sedente con Niño de talla completa en madera policromada más cercana al estilo románico que al gótico.

El Niño Jesús que acompaña a la Patrona, no es el originario. La autoría de esta imagen no se conoce con exactitud, aunque según el historiador González Isidoro, podría relacionarse con escultores de la escuela de Martínez Montañés y bien pudiera tratarse del imaginero castellano Francisco Villegas, formado en el taller sevillano de Montañés, al que por cierto en 1619 se le encarga una imagen de Santa Catalina, posiblemente para la ermita ubicada en la playa del mismo nombre, ya desaparecida.

No dejen pasar las imágenes de la Virgen de la Soledad, atribuida a Gaspar Becerra nombrado pintor de la Corte en 1563 por Felipe II y realizada por encargo de su esposa Isabel de Valois hija de Enrique II, que es gemela de otra que se encuentra en Madrid y la de la Inmaculada, atribuida al genovés Jacome Baccaro, autor de las imágenes de María Cleofás y María Salomé que se encuentran en el oratorio de la Santa Cueva de Cádiz. Ahora relájese sobre un banco de la Capilla del Sagrario y contemple al Cristo Crucificado tallado en madera de abedul, se atribuye al imaginero genovés Juan Bautista Maragliano, con la cabeza inclinada hacia la izquierda y el cuerpo arqueado hacia el lado opuesto, disposición típica de todos los crucifijos del maestro genovés. Igualmente podríamos disfrutar si pudiésemos contemplar la multitud de tallas y óleos almacenados y apiñados en diversos lugares de la Iglesia. Después de este recorrido imaginario por la Prioral y tras detenernos en un porcentaje ínfimo de las joyas que encierra, se hace necesario rescatar del olvido a La Prioral.

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