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El Puerto

Presos del módulo de respeto celebran la Navidad con la familia

  • El equipo de tratamiento premia así a los reclusos por su buen comportamiento

"Se lo merecen, por lo bien que se han portado", comentaba ayer una de las trabajadoras que forman parte del equipo de tratamiento de Puerto 2, refiriéndose a la conducta de los presos del módulo de respeto; el departamento donde unos 50 reclusos conviven en un régimen de celdas abiertas y en la que no paran de desarrollar diferentes actividades, talleres, deportes o estudios para mantenerse activos y prepararse para su 'reinserción' .

El éxito del módulo de respeto, que lleva funcionando desde el pasado mes de mayo, ha llevado a la dirección del centro a premiar a estos internos con una fiesta navideña rodeados de sus familiares más cercanos, que, sin duda, ha supuesto un pequeño oasis entre los largos días de tedio en la prisión.

Los presos, preventivos, estaban radiantes con la visita de sus más allegados, hijos incluidos en muchos de los casos, y hacían de perfectos anfitriones, ofreciendo productos navideños y chocolate caliente a todo el que pasara por su vera. Tres de ellos encarnaron a los reyes magos para entregar un regalo a los más pequeños que correteaban y disfrutaban de un castillo hinchable dispuesto para la ocasión en el patio del módulo. Y luego, llegaron los villancicos, interpretados por una decena de internos, bajo la dirección de un cocinero de la prisión, que voluntariamente se ofrece para crear agrupaciones musicales con ellos.

La felicidad se veía en la mayoría de los rostros de los habitantes del que fuera el antiguo módulo de mujeres de Puerto 2 (ahora, en Puerto 3). Sin embargo, sí que se veía alguna que otra mirada alicaída, causada por la ausencia de parientes que le alegraran el día. Tampoco todos los familiares eran unas 'castañuelas'. "Esto es lo mejor, dentro de lo que se puede aquí", decía el apenado padre de un recluso. Para otra madre, sin embargo, el reencuentro navideño suponía "una alegría muy grande". Y hubo también quien no pudo contener sus lágrimas al sentirse de nuevo tan cercana a su pareja. A fin de cuentas, las visitas que normalmente hacen los familiares, una vez por semana, no llegan a la hora y se hace a través de un cristal.

El módulo de respeto, del que el director de la prisión, Antonio de Diego, se siente muy orgulloso, "funciona", según señalaba Julio, un preso que precisamente ayer celebraba su inmediata puesta en libertad, vestido de rey Melchor. Sin embargo, otros, como Abdelhamid -Baltasar para la ocasión-, tendrán que esperar más tiempo entre rejas. Pero al menos, el módulo donde los conflictos y peleas son resueltos por ellos mismos les aporta una mejor forma de afrontar su estancia en prisión. "Hay mucha diferencia en el trato, tanto del personal como entre nosotros", decía Abdelhamid.

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