El Puerto

Canciones para aliviar las rejas

  • El hondo sentimiento musical de la banda jerezana levantó el ánimo de los internos durante una actuación de una hora en el salón de actos de la cárcel

Navajita Plateá quería enviar un "mensaje de esperanza" a los internos de Puerto 1 ahora que se acercan las fiestas navideñas y así se lo hicieron llegar: de la mejor manera que ellos podían hacerlo; a través de sus canciones.

El dúo jerezano, acompañado de su habitual banda de músicos, ofrecieron un concierto de una hora, cargado de emociones, ante un centenar de presos de una de las cárceles de máxima seguridad más conocidas del país. Las condenas y sus motivos quedaron tras las rejas que separan el salón de actos del resto del centro penitenciario, y allí, delante del escenario, sólo quedaron sentimientos comunes de alivio y libertad (al menos para sus oídos). 60 minutos de distracción pura, sin artificios. Y Navajita Plateá lo entendió a la perfección y puso todo su corazón en cada uno de los temas que hicieron sonar.

Sólo accedieron al recinto los reclusos de dos de los tres módulos que hay en Puerto 1. Unos 40 a un lado, y 60 al otro. El encuentro entre ambos grupos resultó también alentador para ellos, pues muchos se conocían entre sí y dentro del penal no se ven. Se saludaron efusivamente, siempre guardando la distancia, y ante la atenta vigilancia de unos cuantos funcionarios.

Cuando ya estaban todos sentados, Pelé, el vocalista de Navajita Plateá, se dirigió al público: "Os traemos un mensaje de esperanza, para todos ustedes de verdad".

La mayoría de los internos seguían con palmas los ritmos flamencos de la banda jerezana e incluso llegaron a corear los más famosos estribillos. Es cierto que entre el público había unos pocos solitarios presos que ni aplaudían ni mostraban el más mínimo interés por lo que sucedía ante ellos. Pero al final, ellos también disfrutaron de un rato despejando su mente.

Y luego llegó el himno de Navajita Plateá, el ya mítico Noches de Bohemia, que hizo las delicias de los internos en el momento álgido del espectáculo. Sin embargo, otro instante de verdadera apoteosis fue cuando el necesario diálogo que debe haber entre músicos y público se materializó físicamente de manera espontánea: jaleado por sus compañeros, y con la obvia autorización de sus custodios, un interno portuense se subió al escenario y se arrancó por bulerías, improvisando sobre la vida en la cárcel y recordando a los suyos que le esperan fuera.

Tras el concierto, que seguro les supo a poco, los presos fueron abandonando el salón de actos, volviendo a la rutina diaria, y despidiéndose de sus conocidos del otro módulo, mientras la banda punteaba las últimas notas de su actuación.

Luego, mientras recogían los equipos e instrumentos, los componentes originales de la banda, Curro y Pelé, no sabían como describir el sentimiento que les había abordado durante aquella hora escasa. Era la primera vez que actuaban en una prisión. "Habrá que digerirlo todavía, aunque sabemos que ha sido muy emocionante", apuntaba Curro. Emocionante, seguro que lo fue, pero sobre todo, lo más importante era ver la satisfacción en los rostros de aquellas personas privadas de libertad. "Ha sido un puntazo para ellos", sentenciaba Pelé, recordando que muchos de los que tenía delante eran conocidos del barrio de Jerez por donde ellos siempre se han movido.

Este acto, iniciativa del servicio de tratamientos del centro penitenciario, es el primero de los que desarrollarán estas navidades. Más tarde disfrutarán con una zambombá y otro concierto similar.

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