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Educación

Nuevas tecnologías y escuela

Luis Villalba

El creciente uso de tabletas y lectores electrónicos en las aulas ha sido uno de los fenómenos más significativos de este año en el ámbito de la educación. Mientras en nuestro país todavía se debate sobre la utilidad de las nuevas tecnologías para la formación de los estudiantes, las grandes empresas del sector miran a la educación como al principal factor de crecimiento en los próximos años. En octubre Amazon presentaba un proyecto para revolucionar los colegios de EE.UU. sustituyendo los libros de texto por su lector electrónico Kindle y ofreciendo a las escuelas un servicio de gestión de los dispositivos de manera centralizada. Apple a su vez anunciaba en septiembre, a principios de curso, que el número de Ipad vendidos a instituciones educativas mostraba un crecimiento excepcional y que, en pocos años, todos los alumnos de los EE. UU. tendrían acceso a una tableta en la escuela.

Hay en la actualidad cincuenta y cinco millones de estudiantes de primaria y secundaria en ese país, lo que da idea de las dimensiones del negocio. Pero aún mayores son las dimensiones del cambio que supone en el proceso de aprendizaje, tan notoriamente retrasado con respecto al mundo en que vivimos. La actual situación ha sido descrita como enseñar en aulas del pasado a estudiantes del futuro, lo que equivale a decir que el gran problema de la educación es que la escuela está muy desconectada de la vida real, y que no ofrece de modo adecuado las herramientas y los recursos que los jóvenes necesitan para enfrentarse a esa vida en que las habilidades digitales son imprescindibles.

 

Este cambio supone desde luego una reasignación de los recursos que los padres y el Estado dedican a la educación y afecta de lleno a sectores como el de la edición de libros de texto, tan obviamente arcaica, que deberá reorientar su negocio a un entorno casi enteramente digital. En una revolución tecnológica como la que vivimos de nada sirve quedarse atrás y las demoras en preparar planes adecuados para afrontarla no harán más que restar oportunidades a las actuales y próximas generaciones de estudiantes. Más teniendo en cuenta nuestro elevado índice de abandono escolar. 

 

Es muy posible que mientras se debate con más gritos que argumentos acerca de la calidad de la enseñanza estemos dejando pasar la oportunidad de dar el cambio cualitativo que nuestra educación necesita y que sólo podrá obtenerse incorporando las nuevas tecnologías al proceso de aprender y enseñar. No deja de resultar curioso que se admire y se alabe el uso experto que hacen jóvenes y hasta niños de esas formidables herramientas de comunicación y al tiempo éstas se encuentren ausentes de los centros educativos. 

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