"Esto es un acierto", decía un hostelero de la zona de La Bombilla. Y tanto. La cuarta edición de la Batalla de Coplas en el primer sábado de Carnaval evidenció que se trata de un evento consolidado en el que, salvo excepciones, los que acuden a él lo hacen para escuchar a las agrupaciones. En esa calle junto al Mercado se formaba un tapón merced a dos de los tres tablaos instalados, el de la esquina con la calle Desamparados y el de la esquina con el bar La Marina. El otro punto de encuentro era la esquina con los Callejones. Con algunos retrasos, las actuaciones se sucedieron para los premiados de la cantera y los semifinalistas y cuartos premios de adultos. Además, grupos como la chirigota 'Las que embrujaban de verdad' se dejaron caer por las inmediaciones de la Plaza. Bien entrada la tarde acabaron las actuaciones, cuando ya la ciudad se preparaba para el macrobotellón.

A las tres de la tarde, el coro de Migueles, sin batea, se subía al tablao de la calle Desemparados y hacía las delicias de un público fiel.

En La Marina, poco después, se formaba un gran tapón originado por la actuación de la chirigota 'Una corrida en tu cara', jaleada como pocas en una tarde en que no se cabía en la plaza de las Flores.

'Los ángeles de la guarda' esperaban para cantar en la esquina del Merodio, sin alas, eso sí. ¿por qué no lleváis las alas?, preguntaba una aficionada. "Es que nos molestan muchísimo los tirantes". Pues sí, el caso es que sin alas, pero con voces magníficas, le cantaron a Cádiz los Carapapas antes de dirigirse al Cañón, donde volvieron a interpretar su repertorio.

También en la esquina de La Marina actuó el coro de Julio Pardo y Antonio Rivas, poco acostumbrado a eso de ser cuarto premio, aunque con el mismo entusiasmo y decisión. 'Don Taratachín', sorpresivamente, no ha podido llevarse uno de los dos mejores premios, como la mayoría de aficionados vaticinaba.

Hasta las siete de la tarde, los grupos, incluido agrupaciones de la cantera, fueron pasando por los tablaos situados en torno al Mercado Central, que volvió a convertirse en el punto neurálgico de la fiesta.