Comparsa

La eternidad

El tipo. Caronte, el barquero de las almas. Las coplas. Pasodobles que se quedan para la eternidad. Como el segundo para cerrar la Gran Final de la comparsa de Martínez Ares. Una historia cantada por su pueblo que, aunque no tiene un museo, se tararea eternamente. Un epílogo maravilloso. No se queda muy atrás la primera letra, en la que una mujer entrega en la barca a su pequeña antes de marcharse al más allá. Un recorrido por toda su vida hasta su reencuentro al final de su existencia. Pincha el primer cuplé al precio de la luz, por lo que al final del túnel van con una linterna. Pero remontan con el cameo de Manué -el difunto más célebre- en el segundo, ya que su vecina les dice que lo recojan ya porque huele a muerto.

En semifinales

Las coplas. Un crucero hacia la otra vida en una barca. Un reliquia como peaje y un nuevo Cádiz al fondo, que es la gloria. Dos pasodobles como prendas para entrar en la Gran Final. En la primera letra, cantan como si fueran nativos americanos para comparar la indignación por el muro que va a construir Estados Unidos en su frontera con México con los muros que España levanta, como los de las vallas de Ceuta y Melilla, el País Vasco, la negativa al referéndum en Cataluña o el del olvido al pueblo saharaui. Una crítica que rematan con el primer muro que se levantó en América con su descubrimiento y su conquista. Brilla algo más la segunda copla en defensa a los homosexuales, en la que un padre defiende que su hijo exprese libremente su sexualidad, mientras que él fue un cobarde que se escondió. Bajan un poco en los dos cuplés. Se cachondean en el primero de la cantidad de abalorios que llevan en el tipo, por lo que le gusta a los rumanos. Por su parte, en el segundo, Rajoy reconoce que se traba al hablar, pero asegura que es un hombre franco -con el brazo en alto-. Dejamos que Caronte decida nuestro futuro. 

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En cuartos

Las coplas. Una barca caletera con un rumbo fijo. Almas perdidas que llegan a la otra vida y que son guiadas por un lúgubre barquero a cambio de una reliquia. Y al fondo, Cádiz. Voces algo más controladas que en el primer pase. Artillería pesada para competir en una modalidad muy igualada y en la que todo no está dicho. Coplas que resucitan en plena madrugada. Cala el mensaje del primer pasodoble, en el que el barquero entrega una carta avisando que en 24 horas vendrá a buscarnos. Un día que hay que aprovechar para ver a los padres, pasear por el parque, pasar una tarde con los niños sin estar pendiente del móvil, abrazar a tu hermano, arreglar con un amigo un mundo podrido, regalarle a tu pareja un ramo de flores o escuchar las batallas del abuelo. Una bella llamada de atención a vivir la vida porque mañana puede ser nuestro último día. En la segunda, juegan con el efectismo concursero al realizar una defensa del Carnaval como fiesta de la libertad frente a las cortapisas de la Ley Mordaza contra la libertad de expresión. Un aviso por si la Fiscalía está pendiente de todo lo que se canta en el Falla. Un pueblo que no se calla y critica a la monarquía, Susana Díaz, Mariano Rajoy o Albert Rivera. Una ciudad en la que "no somos titiriteros", por lo que al no callarse el pueblo tendrán que "meter preso" a todo el teatro. Dentro de la gran cantidad de coñas sobre el pregonero, resalta el segundo cuplé frente a todo lo ya cantado al preguntarle a Pedro el de los Majaras quién de sus dos hijos es su ojito derecho. Sin embargo, el primero falla a pesar de elegir un tema original como el del evento de los pianos en las plazas, ya que le faltó que pusieran un contrabajo, que es lo que necesita la ciudad -un golpe ya muy visto-. Les damos una moneda.

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En preliminares

las coplas. Cádiz, tenemos toda la eternidad. Un personaje lúgubre que recoge a las almas perdidas en una barquilla caletera para guiarlas en su camino hacia el más allá. Martínez Ares le da una vuelta de tuerca en su comparsa al piropo a la ciudad, sobre todo en el popurrí, que es la pieza más redonda del repertorio, tanto en lo literario como en lo musical. Una tierra tan bonita que resucita al cantarle. Experto en estas lides, y más en la defensa de un primer premio, repite el esquema de hace un año. Un último aliento que exprimen con una presentación potente, quizás demasiado en algunos momentos, que ya sumerge al público en la historia. El pasodoble vuelve a dejar en el primer día las mismas sensaciones que hace un año. Con una música un tanto extraña en su inicio y antes de llegar a su final, brilla mucho más en el trío y sorprende en su final al introducir el remate con los pitos. Poesía a Cádiz en la primera letra. Un retrato de una ciudad con "el piropo más triste" de su autor, pero que hace el milagro de terminar llorando por alegrías. Entran en la temática social en la segunda copla, que dedican a la celebración del día de la vergüenza, ese en el que una persona de 30 años vuelve a casa de sus padres. Guasa en el primer cuplé con todo lo que les dijeron tras regresar con 'Los cobardes'. Como para no echar de menos el Falla. Baja un poco el segundo al muro entre Estados Unidos y México, que van a hacerlo cuatro de Chiclana. Estribillo de campanillas para morir por ver la tierra de la luz.  El camino a la otra vida será largo.

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Puntuaciónes COAC 1 / Miguel Guillén

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