Diario del Carnaval

¿Un concurso de letras?

  • La puntuación al mismo nivel de la letra, la música y la afinación desvirtúa la valoración global por parte del jurado de cada una de las composiciones

El secretario del jurado del COAC 2018, Domingo Acedo, lee el fallo para el pase a las semifinales.

El secretario del jurado del COAC 2018, Domingo Acedo, lee el fallo para el pase a las semifinales. / jesús marín

El segundo fallo del jurado del Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas del Gran Teatro falla ha hecho saltar las costuras de los cambios del nuevo reglamento. Otra demostración de que las variaciones no se pueden realizar a golpe de calentón, al igual que sucede con otras cuestiones organizativas en las que también reina la improvisación.

Este certamen no se puede estirar como si fuera un chicle en función de determinados intereses. Como pasa con todo en la vida, hay aspectos del certamen son mejorables, pero hace falta que la gente que forma parte de la fiesta se conciencie de que muchas cosas en el Concurso no se pueden tocar a la ligera si no se quiere alterar su esencia. El COAC es como es desde hace décadas y no cambiará a menos que se quieran cargar su concepto y transformarlo en algo totalmente distinto. Cuanto antes se den cuenta de ello, se podrá realizar una reforma seria para afinar las pequeñas incoherencias que existen más allá de seguir realizando ensayos que no llevan a ninguna parte año tras año.

Aspectos como la elección del jurado o el sistema de puntuación afectan al fallo

En la presente edición , el principal cambio en el reglamento afecta al jurado, tanto en su composición como en el sistema de puntuación. Ha quedado claramente demostrado tras este segundo corte que el sistema es fallido, sobre todo porque significa una devaluación de las letras, que han perdido peso a la hora de puntuar. Por ello, es necesario que los colectivos que forman la Junta del COAC acepten su error y se regrese al sistema tradicional.

el nuevo sistema

Varios aspectos se han tocado en el reglamento de 2018 que influyen al jurado oficial. En primer lugar, se ha alterado el sistema de elección de los miembros del jurado al crearse una bolsa de candidatos a presidente y vocal. La designación del presidente ha dependido de una comisión en la que estuvieron presentes los colectivos que forman parte de la Junta del COAC del Patronato del Carnaval. A partir de ahí, la persona seleccionada, en este caso Jesús Monje, no ha tenido la posibilidad de crear un equipo de confianza al tener que conformarlo a partir de los currículos que se presentaron. Ya hace unos meses, varios expresidentes del jurado advirtieron en las páginas de este medio lo que suponía este cambio por no tener libertad en la selección. Una cuestión que se agrava aún más si hay que hacer una defensa de las decisiones que se tomen.

El otro asunto de relevancia es la alteración drástica del sistema de puntuación a las agrupaciones con la aplicación del apto y el no apto en la primera fase sin puntuar numéricamente a los grupos, lo que ha supuesto que no exista arrastre en las preliminares, y el empleo de un nuevo modelo para valorar los repertorios desde cuartos.

Lo primero ha afectado al provocar que la primera fase haya sido insustancial para los grupos grandes, ya que no han querido quemar sus cartuchos antes de tiempo. Asimismo, también ha influido en la decisión del segundo corte al no contar los puntos del primer pase, lo que a unas agrupaciones ha podido favorecer, mientras que otras se han visto perjudicadas. Además, al no contar con puntuaciones numéricas, la vara de medir se ha establecido en los cuartos de final.

Junto a esto, el principal cambio en el reglamento ha sido la implantación de un enrevesado modelo de puntuación que en vez de ayudar ha complicado la labor de los vocales, con el extra de estrenarse en la segunda fase.

Siempre se dice que el certamen del Falla es un concurso de letras cuando va avanzando, siendo las que determinan al final los premios. Sin embargo, éstas han perdido su valor.

A grandes rasgos, de cada copla se puntúa por separado de 0 a 10 la letra, la música y la afinación, a excepción de los cuartetos, en los que en la parodia y en el tema libre se valoran la letra y la interpretación. Los puntos de cada uno de los apartados se suman y posteriormente se dividen entre 3, excepto en la parodia y en el tema libre de los cuartetos que se hace entre 2, y se multiplica por un coeficiente establecido en función del tipo de composición, dando así su puntuación final. Por su parte, en tipo sólo se valora de 0 a 10 y se multiplica por el coeficiente que le corresponde. A partir de ahí, se sigue eliminando la puntuación global más alta y la más baja de todos los vocales.

Este modelo supone que la letra de las coplas en coros, comparsas y chirigotas sólo valga un tercio de la puntuación final, mientras que la unión de la música y la interpretación supone el doble. Una incongruencia si se defiende que el COAC es un concurso de letras. ¿Es necesario que un autor de chirigotas se estruje la cabeza para componer una buena letra de cuplé al saber que es lo que menos va a contar de esta composición? Pues claramente no porque sabe que es lo que menos puntúa, lo que desvirtúa claramente la valoración de la calidad de un repertorio.

El control de lo que puntúa cada miembro del jurado es mucho más complicado que con el anterior sistema, en la que se establecía una puntuación única en cada una de las composiciones.

Por este motivo, es necesario volver al sistema tradicional, tanto en lo que respecta a la puntuación y arrastre de la fase preliminar para premiar realmente la regularidad y no un golpe de gracia en los cuartos de final como para no complicar aún más la difícil labor del jurado. Para ello, hay que recordar que los puntos son sólo una justificación para argumentar los premios y que las valoraciones se realizan por un sistema puramente comparativo entre los repertorios, aunque sí podrían ser un elemento vivo en cada fase con ciertas restricciones. Cuando los colectivos se den cuenta de esto, las puntuaciones se dejarán de poner en tela de juicio.

Una sorpresa de fallo

Sin desmerecer a los grupos que han conseguido su pase, el fallo del jurado ha sido muy discutido por la ausencia de varias agrupaciones en la tercera fase. A esto, se suma que la clasificación final de los cuartos ha deparado que varios conjuntos que contaban con serias aspiraciones para superar este corte hayan finalizado su participación en el COAC en puestos bajos. Aun así, siempre hay que tener en cuenta que la decisión se basa en los gustos de cinco personas.

Llama poderosamente la atención la ausencia en las semifinales de la chirigota 'No te quemes todavía', de Antonio Álvarez el Bizcocho, tras conseguir el tercer premio el pasado año con 'No te vayas todavía', cuando entraba ya en muchas quinielas para repetir en la última noche del Concurso del Falla. Por su parte, también ha sido una sorpresa que se haya caído en los cuartos la comparsa 'OBDC El joven obispo', de Germán García Rendón, una habitual en esta fase que ha ofrecido un repertorio de calidad. En esta terna también se encuentra la comparsa 'Los desvelaos', de Fran Quintana, de la que impresiona que haya quedado en quinta posición tras el corte. Por su parte, la chirigota 'Las del convento de Santa María La Yerbabuena', de Rober Gómez y José Juan Pastrana, era otra de las que contaba con serias aspiraciones para superar el corte tras dos buenas actuaciones. Por último, también resalta la baja posición del coro 'Y sin embargo, te quiero', de Paco Martínez Mora.

En el otro lado, si un nombre sorprende en las semifinales es el de la comparsa de Tocina 'Pueblo llano'. Una agrupación con un nivel digno en su estreno en el Concurso del Falla, aunque no se esperaba su clasificación.

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