Mentidero

Repasar el carnaval

Hoy es el primer viernes de Cuaresma. Las fiestas del Carnaval llegan a sus últimos días. Aunque el dios Momo fue quemado el martes, tras el segundo pregón, el de Antonio Martín, que para muchos (entre los que me incluyo) fue mejor que el primero de las Chirigóticas. Esta es una más de las contradicciones de nuestro Carnaval, que en algunos aspectos necesita una revisión para la que falta valentía y sobra conformismo. En los meses siguientes a esta fiesta se hablará mucho de mejorarla, para que siga siendo casi igual porque no se atreven.

El concurso del COAC en el Gran Teatro Falla es para un sector de la afición lo único que les interesa del Carnaval. Este año han ganado los favoritos en coros, comparsas, chirigotas y cuartetos. Luis Rivero, Juan Carlos Aragón, Vera y Morera ya celebraron otros triunfos. No apareció ningún fenómeno emergente. Todos los años no sale un Antoñito, ni todas las décadas tampoco. En coros resultó extremadamente igualado, con esa diferencia de apenas 0,82 puntos entre 'Vive, sueña, canta' de Luis Rivero y 'Los Chimenea' de Faly Pastrana. La precisión centesimal del jurado puede ser monstruosa y otorgar premios a cara o cruz, por factores discutibles y misteriosos. En un sentido o en otro.

El Carnaval en la calle cuenta con agrupaciones animosas que se suman espontáneamente, y son llamadas ilegales, callejeras, o como sea. De ahí han surgido talentos y grupos de culto como 'Los Guatifó' de los últimos años. Ahí también salen amigotes y amigotas a divertirse, sin mayores pretensiones, que igual pueden cantar en la plaza del Palillero que en la fiesta del bautizo de su sobrino. Los visitantes los oyen sin entender nada, literalmente nada, aunque se ríen.

La Cabalgata necesita más carrozas y que participen todas las agrupaciones. La Cabalgata tiene su público, que ciertamente no es el de los eruditos del Falla. Con el modelo actual sólo caben dos opciones para el futuro: o mejorarla a tope y que no la conozca ni la madre que la parió; o cargársela directamente y dedicar ese dinero a pagar los recibos sociales de luz. Idem de ídem con la discutida carpa.

Sobre el ambiente callejero y sus circunstancias corramos un tupido velo de morado cuaresmal. La culpa no es de Kichi, ni de los concejales, ni de nadie más que los propios culpables, que vienen despistados. Esta fiesta es famosa, funciona su promoción, y hay que esforzarse para mejorarla sin desvirtuarla.

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