Ser o no ser

Reformas falleras

Se han probado todo tipo de fórmulas, pero ninguna convence. Pero si hasta el jurado de este año tiene que salir a dar una rueda de prensa para decir que el sistema falla, se puede hacer una lectura: quizás no han premiado lo que ellos quisieron. Y es así de triste. Llevo años diciendo que deberían quitarse los puntos y que cada miembro del jurado valore honestamente cuales son las que más le han gustado. Eso quizás no quite la polémica, porque sigue siendo cuestión de gustos, pero elimina las sospechas de aumentar o desinflar puntos en cada pase de una. ¿Es normal que la chirigota del Bizcocho acabara la 16 de 18 en preliminares y luego fuera puntuada tan alta para acabar tercera (¿o debió subir más?)? ¿O puntuarles un mismo cuplé con el doble de puntos de una fase a otra? Tampoco me vale quitar puntos en preselección, porque las punteras tiran lastre en letras. Tampoco es justo partir de cero en la Final, porque yo puedo hacer en tres pases monumentales y en la final me gana alguien que esté más atinado. La solución es una y nada más. Fuera puntos. A escuchar libremente y con tranquilidad a todas y a coger meros apuntes personales. Así no falla nadie. Así todo el mundo decide lo que más le gusta sin necesidad de justificar nada con puntos, que es lo que se hace ahora, pero puedes fallar y premiar a quien te gusta menos. No es tan difícil. Solo hace falta valor. ¿Qué habrá jurados con opinión partidista hacia alguna agrupación? Pues claro. ¿Y ahora no los hay? ¿Y los árbitros de fútbol no fueron de niños seguidores de algún equipo? De verdad, quitemos los puntos de una puñetera vez y que el jurado elija lo que quiera. Sin presiones, sin sumas, sin notario, sin tonterías. Seguirá habiendo discrepancia, claro, pero al menos nos ahorramos espectáculos innecesarios.

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