pito de coña

Por una Ley de Carnaval

MUCHO estamos tardando los gaditanos en encabezar una movilización para presentar una iniciativa popular en el Congreso de los Diputados y exigir de los legisladores la creación de una Ley de Carnaval, una norma que ponga coto al desmadre en que se ha convertido este concurso de coplas nuestro, nacido durante la posguerra para tener controlados y encerrados los repertorios carnavalescos y evitar así que cada cual escriba lo que le apetezca y trate de justificar con el humor y el ingenio lo que muchas veces no tiene ni puñetera gracia.

Urge la Ley de Carnaval, un articulado claro y fiable que impida que las agrupaciones pongan su objetivo en los políticos, que ridiculicen al poder, que la familia real, por ejemplo, sea objeto de parodia disfrazada de supuesto doble sentido y nuestros monarcas queden a merced de tres notas que ni saben de música ni tienen intención de aprenderla.

Una ley que no permita que cualquier cuartetero con nombre de impuesto municipal se disfrace de Papa y pontifique desde el Falla o que una comparsa le dedique un pasodoble al Santo Padre como aquel que le canta a las olas del mar. O que tres cruces se claven sobre el escenario parodiando el sagrado Calvario. Ni que tampoco los musulmanes puedan ser objeto del título de una agrupación o que el moro Musa sea objeto de burla permanente.  

La nueva norma no dejará que una chirigota entera se disfrace de Gobierno, con el presidente a la cabeza, y ponga en duda su honestidad y su labor política. No habrá hueco para criticar a los alcaldes,  vistan de manera zarrapastrosa o se tiñan de rubia, ni posibilidad de meterse con catalanes y otros honorables presidente autonómicos.

La Ley de Carnaval impulsará el piropo, la gaditanía y el pasodoble a la Caleta, al tiempo que acotará el uso del humor, de la sátira y del ingenio. Y sobre todo de la ironía, esa peligrosa arma que dispara sin pudor y que, al fin y al cabo, tanta gente no sabe entender.

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