Crónicas marcianas

Asier

Resulta que estábamos todos ya preparados para hacer el pasacalles rumbo a cantar en semifinales. Ya saben, y si no lo saben, se lo cuento yo… Ajetreo, nervios… Clima semiasfixiante, aliñado con ese estómago que se te achica, esa boca que se seca, esa caja de resonancia en el pecho, ese temblorcillo tonto, esa magia ¿no? Ustedes me entienden…

Y en mitad de esa bulla en la que el ambiente se corta con un cutter, y en el que todo es ruido, mucho y mucho ruido, tanto y tanto ruido… se escuchó una vocecilla minúscula que salía desde el medio de un corrillo de gachones como trinquetes disfrazados de marcianos cabezones. Era como un tiempo muerto de la NBA, donde el entrenador en lugar de ser un George Karl de la vida, era un renacuajo chirigotero de apenas 6 ó 7 años, de nombre Asier y de la estirpe de los Cuartokilos de Cádiz. El sobrino de Pablito y Sergio, comenzó a entonar el pasodoble, viñero made in Noly, de 'Atila el Rey de los Nervios', chirigota de culto del año 90, que llegara al Andalucía con el gran Poba en lo alto de un borrico. Carnaval underground auténtico. El de las cintas de vídeo. Y allí se calló toda la peña, como si Asier estuviera saetando al Nazareno por Jabonería. Poco más o menos. En la peña de Fletilla, con la partitura del Noly, con mi chirigota como público, Asier ejecutó como un virtuoso el famoso pasodoble "... y por lo que tú mas quieras no te vayas a parar". Cuatro generaciones. Terminó el pasodoble y puso la peña boca abajo. Asier nos quitó nervios, nos quitó pamplinas y nos devolvió a la realidad. Esto es Carnaval.

A los pocos días, Asier cantó en el Falla en ese maravilloso momento en el que los críos lo invaden y lo purifican con su Escuela de Carnaval. Lo que no sabe Asier es que, el otro día, el maestro fue él y los alumnos fuimos nosotros.

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