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Hay vida tras Lobos

  • Rodillo El Cádiz culmina un excelente final de año en un partido donde termina engullendo a un rival que peca de suicida en su planteamiento Premio Gastón Casas concreta el merecido triunfo cadista

A veces el fútbol es justo. Es lo que sucedió en la tarde de ayer con el Cádiz en su partido de Tarragona. El equipo de Antonio Calderón tenía que sobreponerse a la salida de su jugador más determinante y lo hizo de la mejor forma imaginable: ganando. Y no era un rival cualquiera porque en el mes de agosto cualquier equipo habría cambiado su plantilla por la de este Nástic que es víctima del estilo de su entrenador. No se sabe dónde estaría el Cádiz de haber seguido Mariano García Remón y su quimérica apuesta por el buen juego.

Porque el Cádiz de Calderón es ya un bloque sólido y maduro. Este partido lo ganó por desgaste, por oficio y por ambición. Si en Anoeta se echó en falta un arreón final de codicia para haberse llevado los tres puntos, en esta ocasión el entrenador amarillo lanzó el mensaje con sus cambios de que un empate le sabía a poco y el equipo lo entendió a la perfección. Se aprovechó de la fragilidad de su rival, se fue imponiendo como un rodillo e incluso disfrutó de ciertas dosis de fortuna para apuntillar al contrario con un tanto de Casas a cuatro minutos del final.

Para llegar hasta ahí, el conjunto amarillo supo seguir escrupulosamente el guión escrito por Calderón, que va demostrando jornada a jornada que la oportunidad de entrenar el primer equipo amarillo le ha llegado en el momento justo porque tiene conocimientos, personalidad y valentía. Estuvo contra las cuerdas y de no haber ganado al Xerez su paso podría haber sido efímero, pero el trabajo ha dado sus frutos y puede presumir de haber dado la vuelta como a un calcetín a un equipo que no transmitía nada. Si acaso, miedo a la posibilidad de empadronarse en la cola de la tabla clasificatoria.

Sabía Calderón y sabían los jugadores que este Nástic, atenazado por una situación que le supera, tenía que caer como fruta madura. Ni siquiera fueron capaces los locales de firmar un arranque de partido eléctrico. Se les veía inseguros y nerviosos y el Cádiz, mientras, iba a lo suyo, enseñando los dientes cuando buenamente podía. El conjunto catalán inquietó con una ocasión de Maldonado en el 23 después de hacerle falta a Contreras, pero donde realmente hubo peligro fue en una oportunidad de Dani en el minuto 36, cuando se plantó delante de Roberto, aunque algo escorado, y su disparo salió fuera.

El público pitaba antes de que llegara el descanso porque al Nástic se le negaba la posibilidad de crear juego. Dani estaba a punto de llegar a un buen centro de Cristian a cinco minutos del descanso, aunque la oportunidad más clara llegaba con cabezazo al larguero de Mairata antes de que pitara el mal árbitro González González. Incluso la fortuna le sonríe ahora a los amarillos.

Estaba cantando que en la segunda mitad había que sufrir, pasara lo que pasara. El Nástic salía del vestuario con la necesidad de dar alguna alegría a su gente y Miku disfrutaba de dos remates al poco de reanudarse el juego, pero le faltó confianza. Tampoco estuvo fino Nano en el 58 con un cabezazo que envió fuera, cuando parecía que lo tenía todo a su favor para marcar. Pasaban los minutos y el partido se iba rompiendo, algo que iba a favor de los intereses cajistas. El Nástic acumulaba mucha gente en ataque y se rompía en dos a la hora de defender por el escaso compromiso de los talentosos jugadores de la zona atacante. Eso se traducía en muchos espacios para el Cádiz, pero no se aprovechó de ellos hasta el final. Enrique desperdiciaba un contragolpe en el minuto 62 y un disparo del extremeño salía alto poco después.

Todo se ponía definitivamente de cara con la expulsión de Abel Buades en el 74. El ya de por sí quebradizo Nástic se hacía añicos al quedarse con uno menos y Calderón tocaba a rebato con los cambios. Gustavo López por Nano y Casas por Parri fueron dos aciertos y resultaron decisivos en el desenlace del choque. El Nástic lo intentaba a través del incombustible Pinilla, pero carecía de acierto. El Cádiz amagaba y no pegaba.

Dani, algo forzado, cabeceaba por encima de la portería de Roberto un excelente centro de Raúl López y daba la impresión de que se iba a escapar la oportunidad de ganar un partido que estaba ganado.

Como queda dicho, el fútbol fue justo por una vez y premió a los amarillos en la jugada menos clara de las que había tenido en la segunda parte. Gastón Casas, en posición correcta, transformaba en gol un remate fallido de Dani. Se comprobó que Parri no es Lucas Lobos y que debe mejorar, pero que cuenta con condiciones para ello. Y, sobre todo, que el Cádiz no baja los brazos por haber perdido a su futbolista estandarte. Es otro Cádiz, pero igual de competitivo.

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