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El sueño de los anfitriones

  • Los británicos aguardan con expectación la final entre Murray y Federer · De ganar, el suizo sumaría su séptimo título en el All England Club v volvería a ser número 1

La final de Wimbledon que jugarán hoy Roger Federer y Andy Murray incluye tanta historia, desafíos y emociones, que llega hasta el tuétano mismo del tenis. Los 14.979 espectadores en el estadio central del All England serán privilegiados. Tanto, que algunos de ellos pagarán más de 15.000 euros en la reventa para tener un asiento allí. Una locura, sí, pero justificada por un partido que toca las fibras más sensibles del deporte de la raqueta.

De un lado, Federer, el hombre que no gana un torneo de Grand Slam desde enero de 2010, pero que antes de eso acumuló 16, una cifra jamás alcanzada por otro jugador. El hombre que hoy se jugará demasiadas cosas.

"Tengo la posibilidad de ser el número uno del mundo y de ganar otra vez el título. Todo al mismo tiempo", admitió Federer, que busca su séptimo trofeo en el All England, lo que le permitiría igualar al británico Williams Renshaw -campeón en la prehistoria de Wimbledon- y a uno de sus ídolos de juventud, Pete Sampras. Si suma su séptimo título en ocho finales en el All England, Federer no sólo recuperará la cima del ránking, sino que igualará, y siete días más tarde superará, el récord de Sampras con 286 semanas al frente de la clasificación. Toda una revancha para el suizo, al que en los últimos dos años muchos dieron por amortizado. Tras perder en septiembre en las semifinales del US Open un partido ante Djokovic en el que tuvo dos match points, encadenó 17 victorias consecutivas y tres títulos. La buena racha siguió esta temporada, con otros cuatro torneos. Le falta de un Grand Slam para que a la cantidad se añada la máxima calidad, ésa que le sobra al suizo.

Y que también tiene Murray, un hombre al que las finales de Grand Slam vienen maltratando. Jugó tres, perdió las tres y no ganó siquiera un set. "Es un gran desafío, uno en el que probablemente no se espera que yo gane. Pero uno en el que, si juego bien, soy capaz de vencer". "Habrá menos presión sobre mí el domingo -por hoy- por ser él quien es", dijo Murray.

¿Menos presión? Todo lo contrario. Si el británico Tim Henman, cuatro veces semifinalista en Wimbledon, sentía toneladas de peso, a Murray se le caerá el estadio encima. Su ventaja es que tiene bastante más tenis y recursos que los que exhibía Henman, y también ocho victorias en 15 partidos ante Federer, aunque perdiera las dos veces que se enfrentó con él en Grand Slams.

El viernes dejó en el camino el recuerdo de Bunny Austin, que en 1938 había sido el último británico finalista en Wimbledon. Hoy se enfrentará al fantasma de Fred Perry, ganador en tres ocasiones (1934, 1935 y 1936) y ominosamente presente en las praderas del All England Club.

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