Submarino amarillo

Un respeto a los veteranos

  • A dos años del centenario del Cádiz, el club mantiene en el olvido a las viejas glorias, cuya asociación no recibe ayudas ni cariños. Al menos, dos veteranos acudirán al palco del Carranza cada domingo.

Q ue nos pilla el toro. Antes del Bicentenario hay un Centenario, el del Submarino Amarillo. Quedan dos años de nada. No vaya a pasar lo mismo que en el Trofeo, que tuvo que celebrar su medio siglo en Bahía Sur. De bochorno. Pero para tener previsión hay que tener visión, así que ojo al dato, como decía el Butanito. En el Diez, cien años, aunque en realidad el fútbol llegó a Cádiz, a bordo de los barcos, en 1906. Que se sepa. Se acerca la centuria, y de momento no parece que el Cádiz rinda tributo a su historia, ni a sus protagonistas. Todo lo contrario. El olvido, la amnesia, la memoria histérica, oh, Cádiz, qué son cien años dentro de tres mil años... y pico. ¿Quiénes escribieron las mejores páginas de la historia? Los veteranos del Vietnam. Se podrían hacer dos equipos de categoría con las viejas y no tan viejas glorias del Cádiz. Y con las miserias también.

A su regreso, Muñoz ha vuelto sobre sus pasos y, tras varios lustros de dar la espalda a los veteranos, ha propuesto a la asociación de ex futbolistas cadistas que cada quince días asigne a dos veteranos que acudan de gañote al palco de autoridades. Ya era hora. No es suficiente. Los veteranos tendrían que disfrutar de puertas abiertas en el club, y de un palco para ellos, y de un lugar privilegiado en el organigrama del club. Eso piensan muchos. Si los antifaces de oro cuentan con un palco en el disputadísimo Teatro Falla, ¿no hay sitio entre veinte mil personas para los cadistas de todos los tiempos? "Sólo se acuerdan de nosotros cuando llegan los Reyes Magos, y durante el resto del año, nada de nada", lamenta Paco Baena, el máximo goleador de la historia amarilla, quien considera "muy doloroso" el vacío existencial, el exilio interior, el agravio comparativo. La asociación de veteranos subsiste con las cuotas mensuales de doce euros que aportan sus 65 socios, aunque veteranos con todas las letras habría registrado un centenar. Uno por año de vida del Cádiz de sus amores. Y sus desvaríos.

Ni un euro aporta el Cádiz a su equipo representativo de veteranos. Si acaso, merced a las gestiones de Pepe Mata, servicio de lavandería, a veces un autobús para celebrar un partido benéfico y los banderines e insignias de intercambio. Poco más. Los veteranos pagan los viajes, las comidas, y demás, y muchos de ellos no están para hacer grandes dispendios. "Hace un mes nos costó el dinero viajar a Málaga, en nombre del Cádiz, y claro, hay gente que no puede ir afuera, o que se han aburrido de esta situación". Ésa es la razón por la que, a juicio de Baena, hay miembros del Cádiz de veteranos que jamás han jugado en el Cádiz, pues "echamos mano de futbolistas del Cádiz B o de otros compañeros, para poder completar los equipos. Ojalá se incorpore gente para tener veinte jugadores, pero hasta ahora hemos recurrido a chavales, y no pretenderán que les demos la patada".

La entidad de veteranos ha sufrido en los últimos años diversos vaivenes y divisiones internas, en parte por su escasa infraestructura. Las aguas han vuelto a su cauce, pero Baena no olvida a cierta gente que "incluso cobraron el billete de avión cuando vinieron al partido por Rovira". Miserables hay en todos los lados.

A Baena se le cayó el alma cuando el otro día fue a recibir al hotel Playa a los veteranos del Benfica, que llegaron a Cádiz "perfectamente uniformados". Los lusos obsequiaron a los cadistas con camisetas y llaveros, así que la asociación de veteranos cadistas tuvo que reaccionar en el Carranza, durante el descanso del encuentro benéfico, y comprar unos recuerdos en la tienda del Cádiz, por su cuenta y riesgo, para devolver el detalle. Qué menos. No todos los veteranos cadistas disponen de su equipación al completo, por ejemplo, ni del trato digno por parte de la entidad. "Representamos al Cádiz, nos deben ayudar", clama Baena, quien lamenta que "el otro día fueran sólo seiscientas personas a Carranza, poco público para una causa tan noble. Así somos en Cádiz, no cuidamos lo nuestro, y luego viene alguien de fuera y le regalamos el mundo". Por ejemplo, un par de entradas. El Cádiz no se deja caer con quienes llevaron al club al lugar que le pertenece. "¿No hay un rinconcito para nosotros en el Carranza, entre veinte mil personas? Sería bonito que los chavales conocieran, de boca de sus padres, los jugadores de otras épocas, y que éstos recibieran el reconocimiento que merecen. Aquí somos diferentes. Yo llamo al Atlético de Madrid y tengo cinco entradas cuando quiero. Me invitaron al Centenario, la asociación de veteranos funciona a la perfección y nos felicitan hasta la Navidad desde el Calderón. Cada vez que voy al estadio tengo que firmar autógrafos, la gente tiene memoria y amor al club. Aquí jamás tienen un detalle. Y dudo que lo vayan a tener, conociendo al personal".

Al menos, dos veteranos irán al palco. Tampoco es que sea un gesto abrumador. Cada domingo, el equipo visitante, si es andaluz, trae a numerosos veteranos invitados, incluso algunas peñas de la gran hinchada cadista reciben entradas del club para cumplir sus compromisos. Los veteranos cadistas, cero coma cero. No tienen local social, pero sí tienen dignidad y memoria. Entre los numerosos veteranos, cuyos nombres están en la mente de todos, desde los que se acaban de retirar hasta los grandes nombres del siglo pasado, hay dos ex futbolistas de tronío que acuden gratis al fútbol desde hace unas semanas. Fue Baldasano quien activó el carné de Juan José y Manolín Bueno, cuya condición de internacionales les concede la potestad de acudir al estadio sin problemas. Se trata de un beneficio de la Federación Española de Fútbol, un convenio especial.

Ya queda menos. Cien años, cien veteranos. Ningún niño sin juguete y ningún veterano en el olvido.

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