Sin el miedo no habría valientes. Habla una voz que el domingo fue alguien más que un testigo presencial de los altercados que se produjeron antes y durante el partido que midió a Sevilla Atlético y Cádiz en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Una persona, amante del anonimato, que fue intimidado hasta sentir auténtico pánico. Más de uno conocerá esa sensación: sudor frío, temblor de piernas y tierra trágame. Así lo demuestra la sinopsis de los hechos: diez desalmados del Kolectivo Sur del Xerez con serias intenciones de dejar claro quién es más valiente - existe el miedo- a dos aficionados del Cádiz.

"El autobús aparcó cerca del estadio, la gente fue bajando y un amigo y yo nos retrasamos. Se vinieron para nosotros diez tipos que antes se habían ido para el chófer, diciéndole si no le daba vergüenza que un autocar de Jerez llevara a gente del Cádiz. A nosotros empezaron a intimidarnos, amenazándonos con gestos y palabras, hasta que de repente empezaron a volar sillas en un bar de enfrente y todos se fueron hacia allí. Nos libramos por los pelos, somos gente pacífica y estábamos acojonados, acojonados. Preguntaban por los Brigadas Amarillas, que no pudieron viajar, dicen que no quisieron llevarles a Sevilla". Salvados por las sillas en vez de por las campanas.

"Tras el partido volvió a liarse. No había policías y vimos gente con sudaderas del Kolectivo Sur. Se fueron a darle una paliza a un cadista que iba solo y fue ayudado por otros aficionados del Cádiz. Lo más ridículo de toda esta historia era que estos individuos de Sevilla y de Jerez hasta se pegaron entre ellos, pues no se conocían. Si llegan a estar los Brigadas, se lía una batalla campal, porque no había policías". Triste final.