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El nacimiento de una leyenda

  • La competición más prestigiosa del continente se forjó gracias a la iniciativa de un periodista del diario galo 'L'Equipe', el empeño de Santiago Bernabéu, entonces presidente del Real Madrid, y la propia UEFA

Suena el himno de la Champions y está a punto de empezar otra final de la máxima competición del fútbol continental. El trofeo de clubes más importante del mundo, heredero de una dama ilustre, la antigua Copa de Europa, que nació de una forma curiosa y pintoresca, digna de relatarse. Una empresa arriesgada y aventurera, donde no faltaron sus dosis de intriga e incertidumbre.

Transcurre el año 1954 cuando un artículo, aparecido en el rotativo inglés Daily Mail, proclama que el Wolverhampton Wanders es "el mejor equipo del mundo", ya que acaba de imponerse en sendos partidos amistosos al Honved Budapest y al Spartak de Moscú. Durante esa época, los duelos más esperados eran los que enfrentaban a los representantes de las grandes potencias europeas: Inglaterra y Hungría. Pero Gabriel Hanot, redactor del famoso diario deportivo francés L'Equipe, que cubre el torneo, puntualiza en su crónica: "Hay otros grandes clubes en Europa como el Real Madrid, el Milán o el Benfica que podrían superar a los Wolves. Habría que organizar un campeonato a nivel europeo con más prestigio que la Copa Mitropa. Una competición más original que la que existe para las selecciones nacionales. Es algo que hay que hacer".

Gabriel Hanot, hombre carismático y emprendedor, tenía visión de futuro. Su proyecto era pionero, pero el deseo flotaba en el ambiente futbolístico de entonces: conocer quién tenía derecho a ser considerado el mejor equipo del Viejo Continente. Hasta la fecha, en Europa se habían iniciado tímidos intentos de torneos internacionales. Así, aparte del campeonato británico (limitado a las cuatro federaciones del Reino Unido), estaba la Mitropa Cup (para los campeones de Europa Central), la Copa Latina, y la Copa Mediterránea (disputada entre selecciones nacionales), pero ninguna llegó a adquirir renombre ni popularidad.

En este contexto, la audaz propuesta de Hanot obtiene una gran acogida. Al día siguiente, L'Equipe publica un editorial de Jacques de Ryswick, su jefe internacional, aceptando el desafío de organizar una cita europea a nivel de clubes. Hanot se reúne con sus compañeros y comienza a diseñar el proyecto de una competición donde los campeones de Liga de los respectivos países puedan disputarse la hegemonía del fútbol continental. Aunque tildada de locura o tontería por muchos, la iniciativa de Hanot provoca el entusiasmo general. Santiago Bernabéu, presidente del Real Madrid, intuye que la medida puede significar una nueva era para el fútbol de clubes y, tras entrevistarse con De Ryswick, apoya el empeño. No así el FC Barcelona, quien prefiere que continúe la Copa Latina, trofeo que ya ha ganado en dos ocasiones.

Una comisión, integrada por Gabriel Hanot, Ernest Bedrignan, Santiago Bernabéu y Gustav Sebes, se reúne el 2 de abril de 1955 en el hotel Ambassador de París para dar forma definitiva al sueño, recibiendo innumerables adhesiones por parte de los clubes europeos. Hannot, junto con su colega Jacques Ferrán, plasma de manera escrita el proyecto: el reglamento de la Copa de Europa de Clubes Campeones.

Ferrán recuerda las verdaderas intenciones del diario galo al idear el torneo: "Nuestro único objetivo era que se jugara al fútbol más días, para poder vender más periódicos a mediados de la semana". Además, contaban con el apoyo de Eurovisión, la recién formada unión de televisiones, que vio en el campeonato un producto de máximo interés para retransmitir.

El 21 de mayo de 1955, el máximo organismo del fútbol internacional, la FIFA, reconoce el nuevo torneo poniendo dos condiciones: que sea organizado bajo la tutela de la UEFA y que la palabra Europa quede reservada para la competición entre selecciones nacionales (la Eurocopa, cuyo trofeo es casi idéntico).

La Copa de Europa nace entonces con el nombre de Copa de Clubes Campeones Europeos. El interés y la expectación de los aficionados se desataron. Se ponía en marcha el más apasionante desafío anual de fútbol del continente. Desde ese instante, todos los aspectos de dicha competición, tanto administrativos como deportivos, se ajustan a las directrices que marca la UEFA. Ésta, que se había fundado meses antes, tenía previsto instaurar una competición similar, por eso, en un primer momento, mostró su oposición, aunque al final, ante la presión de las principales federaciones, aprobó el reglamento elaborado por L'Equipe. Cabe suponer que la UEFA no intervino al principio pensando que la idea, nacida fuera de su seno, fracasaría, pero luego, cuando vio que el proyecto iba a cuajar, decidió intervenir para tomar el control y explotar la competición.

La Copa de Campeones se jugaría por el sistema de eliminatorias a doble partido, entre semana para no interferir las Ligas de los diferentes países. La disputarían los campeones de la Ligas más importantes de Europa, con la baja a última hora del Chelsea, pues la Federación inglesa no le concedió permiso para participar en una competición que, en sus inicios, miró con indiferencia. Tampoco acudieron los campeones de varios países del Este, por el problema de la pausa invernal.

Estaba previsto que la final se disputase cada año en el campo del equipo campeón, pero el encadenamiento de títulos por el Real Madrid hizo que se variase el programa. Un mítico once, comandado por Alfredo Di Stéfano, ganó las cinco primeras ediciones, marcando un hito y provocando la admiración de toda Europa. Algunos clubes, caso del Leeds United inglés, cambiaron el color de su uniforme para vestir de blanco en homenaje al "equipo que había reinventado el fútbol", como tituló L'Equipe en una de sus ediciones.

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