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Tenis

La lluvia enloquece Roland Garros

  • El agua estropea la tercera jornada del torneo y de nuevo el estreno de Rafa Nadal, que apenas pudo jugar unos minutos.

"¡Oh! ¡Venga, vamos!". Saltando como un poseso en un vestuario de ambiente cargado, la cabeza de Rafael Nadal casi tocaba el techo en cada rebote. El español era el único que parecía no sufrir por la lluvia que transformó Roland Garros durante buena parte del día en un depósito de tenistas frustrados.

Un metro y medio más abajo, sentado en un banco del vestuario, el brasileño Thomaz Bellucci, un espigado joven de 20 años que jamás se midió con el español, miraba entre asombrado y resignado a su rival de primera ronda, que llevaba puestos unos vistosos auriculares en los que atronaba pop español.

"Esto es un descontrol", se quejaba un responsable de la ATP, un piso más arriba, mientras veía el tráfico incesante de la sala de jugadores, en la que se apretujaban tenistas, entrenadores, familiares, amigos, periodistas y famosos.

Un descontrol, en efecto, desatado por una lluvia que complicó parcialmente el inicio del torneo el domingo y que convirtió el día de hoy en una tortura para los jugadores, pero sobre todo para los espectadores, que luchaban por un hueco techado que les permitiera guarecerse del diluvio sobre el Bois de Boulogne.

Miles de personas pasaban las horas en las galerías que circundan la cancha central, en los puestos de comida -al aire libre, no muy tentadores-, en los stands de promoción. Un poco más allá, en las catacumbas del estadio Suzanne Lenglen, una cincuentena de niños recogepelotas (ball-boys) se acomodaban sobre el piso a la espera de una oportunidad para trabajar.

Pero la jornada que debía empezar a las 11:00 recién se inició a las 13:15, aunque en menos de tres horas la lluvia volvía a frenar todo.

¿Qué hacer? Los encargados de comunicación de la ATP tuvieron una idea para cubrir el hueco y ofrecer "algo" a la prensa: una foto de Nadal con la camiseta 16 de Los Angeles Lakers, la de su compatriota Pau Gasol, que disputa la final de la Conferencia Oeste de la NBA con los San Antonio Spurs.

"Me encanta el baloncesto y sigo a Pau Gasol. Sería buenísimo que ganara con su nuevo equipo. Ojalá que lo haga. Desde aquí tiene todo mi apoyo y ojalá ganen y estén en las finales de la NBA. Sería increíble y se lo merece por ser un fenómeno", disparaba un sonriente Nadal mientras a unos metros las miradas se dirigían al cielo.

"Estamos quitando el agua de las canchas para volver a jugar", tronó a las seis de la tarde el altavoz en todo el complejo de Roland Garros, aunque a esa altura 38 partidos hubiesen sido ya anulados y postergados para el día siguiente.

Y entonces la rueda volvió a ponerse en marcha, entonces regresó a la central la heroína local, Amelie Mauresmo, para completar su luchada victoria ante la ucraniana Olga Savchuk.

Y entonces Bellucci, número uno brasileño, volvió a encontrarse con Nadal dando brincos en el vestuario. Nadal saltaba y gritaba antes de entrar a las 19:26 a una pista central de cielo plomizo para iniciar la búsqueda de su cuarto título consecutivo.

Apenas disputó 20 minutos y dos juegos antes de que la lluvia volviera a someter París: 43 partidos anulados, 16 sin terminar y sólo 13 completados. Peor aún: París promete más lluvia para esta semana.

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