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La gallina puede reventar

  • Poco público acompañó al Cádiz en la primera semifinal del Trofeo, con el estreno del Fondo Norte · Armando, a pesar de no jugar, fue coreado por la afición y tuvo que saludar desde el centro del campo

Día I tras la vuelta a los infiernos. Primer partido en el Ramón de Carranza y dos caras de una misma moneda. La primera, la que puede ser el preludio de una dura temporada. El tedio, el hastío y la desidia poblaron en un principio las gradas de un estadio que miraba con pena y añoranza tiempos pasados, que seguro que fueron mejores. La segunda, el colofón final de una victoria que puede dar moral a una afición necesitada de alegrías.

El Carranza no luce este año como el Trofeo de los trofeos que se quiere vender. Los dos goles de la segunda parte maquillan a una hinchada que tarde o temprano, según cómo empiece la temporada, puede gritar ¡basta!

Un día de estos, la gallina de los huevos de oro puede reventar en el Cádiz. Precios demasiado altos -47 euros por una entrada de Tribuna es una pasada- y un cartel en el que falta un equipo de gran tirón hacen que las gradas muestren el aspecto de ayer.

A pesar de todo esto, se puede decir que la afición no volvió a fallar. En las gradas, gran presencia de aficionados rojiblancos, muestra de que todavía queda simpatía por esta tierra hacia el Athletic.

El momento de la noche lo protagonizó Armando, a pesar de la cabezonería de Joaquín Caparrós por no alinearlo ante las reitaradas peticiones del público gaditano. El de Sopelana sigue guardando muchos amigos en Cádiz, como muestra de la cantidad de abrazos que tuvo que dar a sus ex compañeros y que al final del partido fue reclamado para saludar desde el centro del campo.

El día de ayer significó también el estreno de la grada de Fondo Norte de lo que son ya los tres cuartos del Nuevo Estadio Ramón de Carranza. Se pudo recuperar la comunicación que se producía antes entre ambos fondos, aunque faltó a la cita el clásico ¡Hola Fondo Norte! De todas formas, el nuevo "niño" trajo, en vez de un pan bajo el brazo, una victoria para dar alas al cadismo.

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