25 años del España-Malta

Testimonios de los 12 'apóstoles' del España-Malta

  • Los jugadores españoles rememoran la gesta de la goleada.

“Fue una piña de todos tirados en el suelo. Miguel Muñoz, que en paz descanse, también salió del banquillo, pero fue más en la ducha. Camacho y yo nos duchamos sentados porque nos pusimos a llorar y era algo lógico. Ahí teníamos que desatar toda la tensión acumulada”. Así recordaba Rafael Gordillo aquella mágica noche del 21 de diciembre de 1983 en el Benito Villamarín, 12-1 a Malta y clasificación sellada para la Eurocopa de Francia 84 por más señas.

Antes de esa explosión de júbilo al filo de las diez de la noche, muy pocos, prácticamente nadie, creían en la hazaña. Aunque de entre el habitualmente prudente mundillo futbolístico sobresalía la voz confiada de Hipólito Rincón. “Yo me lo creía desde el principio. La prueba es que hice muchas apuestas y la mayoría las gané, estaba convencido de que iba a pasar”. Sus compañeros le apodaban Rincón Morales Morales por su fe ciega.

Pasado el tiempo, alguno más confiaba en la proeza, como Buyo: “Todos pensábamos que podíamos hacerlo. Si sales a un campo creyendo que no puedes hacer lo es malo para un profesional. Creíamos en nuestras posibilidades y ésa fue una buena labor del entrenador y de Vicente Miera”.

Confianza, apoyo de la grada, efectividad máxima, la denominada furia española, ¿cuál fue la clave de la goleada maltesa? Para Santillana, un variado cóctel: “Un poco de todo. La mentalización de los futbolistas, el entrenador y toda la gente en los días de la concentración. Y una afición como la de Sevilla, que nos apoyó a muerte y, al final, ver su felicidad inmensa y la satisfacción de todo el mundo hizo que fuera un día épico en el fútbol español”.

Maceda otorgó al público una gran cuota de responsabilidad. “Tengo grabado el descanso, fue espectacular. Con el 3-1 salimos con la cabeza baja. Pero todo el mundo se volcó como si faltara un solo gol, se me puso la carne de gallina. Si faltaba algo para dar el do de pecho, lo puso el público de Sevilla”.

El autor material del 12-1, Juan Señor, incidió en la importancia de la afición sevillana: “Se inició ahí el jugador número 12. Esta afición demostró que España necesita un soplo de aliento para ser una selección muy poderosa. Muchas aficiones han tratado de emular a Sevilla, pero no sé si conseguirán esa pasión y entrega por los colores”.

También hubo un componente mágico, una serie de concatenaciones que obraron el milagro. Camacho: “Se dio todo para que fuera así. En la segunda parte, cada ocasión fue gol. Coincidió todo y si se volviera a repetir una situación así sería algo imposible de hacer”. O Marcos Alonso: “Fue una gesta impresionante porque hoy en día, e incluso antes, meterle doce goles a un equipo no lo hacías ni contra los juveniles. Y, después, incluso jugamos la final contra Francia en esa Eurocopa, es curioso”.

Esta unión de casualidades provocó que se desconfiara de la limpieza del partido. Víctor: “Cuando jugué fuera de España, en Italia, mis compañeros me comentaban ese partido y pensaban que estaba amañado, pero de ninguna manera, porque fallamos un penalti, ellos marcaron con un rebote en Maceda…”.

Pese a que los años transcurridos han borrado muchos recuerdos, ninguno de ellos podrá jamás olvidar aquella noche. Goikoetxea: “Fue histórico, todavía te emocionas cuando lo recuerdas, es algo imposible de hacer ahora. Es el mejor partido que he jugado porque era muy difícil conseguir eso”.

Esos noventa minutos fueron tan especiales que incluso el tiempo pareció pararse... Sarabia: “Cuando jugaba al fútbol me acordaba de todo, tenía una memoria futbolística especial, pero cuando terminó ese partido no sabía cómo se había desarrollado, sólo sabía que habíamos logrado el objetivo, hubo tal vorágine...”.

Incluso, los jugadores de la selección llegaron a sentirse dioses. Carrasco: “El gol de Señor fue un acontecimiento que intuíamos que iba a llegar a partir del séptimo u octavo; si hubiéramos tenido que meter trece, los metemos. Todos hablamos posteriormente de la sensación que tuvimos de que el balón no podía ir en otra dirección distinta a la que nosotros queríamos”.

Las suspicacias holandesas sobre el tongo

Desde que se supo que España debía ganar por once goles a Malta, Holanda temió un tongo que la dejara fuera de la Eurocopa. La Federación Holandesa pidió a laUEFA un delegado especial, desplazó a dos directivos a Sevilla y contrató a detectives.

Para evitar suspicacias, se suspendieron el paseo en coche de caballos, la fiesta flamenca y la capea preparadas para los malteses, a los que incluso se impidió salir del hotel.

Rincón guarda el balón en una vitrina

En torno a un partido histórico como aquél circulan numerosas leyendas y una de ellas hace referencia al poseedor del balón con el que se jugó. Rincón no tiene dudas de su ubicación.

“Está en mi casa, en una vitrina, rodeado de trofeos de mi carrera y es una gran herencia para mis hijos”. Otros no lo tienen tan claro, entre otras cosas porque se utilizaron hasta cuatro balones para no perder tiempo.

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