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Simeone le gana a Sampaoli

  • El Atlético se muestra superior a un Sevilla que continúa inmerso en un bache de juego y resultados

  • Griezmann vuelve a ofrecer su mejor versión

Vitolo conduce el balón en presencia de Juanfran durante un lance del encuentro.

Vitolo conduce el balón en presencia de Juanfran durante un lance del encuentro. / inma flores

Un partido solvente del Atlético, los goles de Griezmann, también asistente, de Godín y Koke sometieron al Sevilla, doblegado sin matices, apretado ya en el tercer puesto y alejado, probablemente ya definitivamente, de la pelea por el título de Liga.

El inicio del Atlético fue potente. Lo tenía claro el equipo madrileño y lo intuía el Sevilla. Por eso, el primero propuso una velocidad trepidante en cada ataque, en cada presión, en cada transición, dispuesto para encerrar a su adversario. Y, por eso, el segundo lo esperó con prudencia, armado atrás, a la expectativa. Le dio al equipo de Simeone para empujar atrás a su rival, pero no para mover el marcador. Sí para unos cuantos amagos, para generar agitación en torno al área visitante y para una ocasión, la contra que manejó a la perfección Carrasco y que terminó con una vaselina en el larguero de Gameiro.

Después sí, en el minuto 36, cuando todo ya parecía algo más equilibrado desde cuarto de hora antes, cuando el Sevilla, con un sistema cambiante en las posiciones de sus futbolistas, con Nasri descargado de obligaciones defensivas, ya tuvo solventado el arrebato con el que comenzó el Atlético y se asomó en el otro área. Lo hizo poco, sin profundidad ni constancia todo el partido, en el primer tiempo apenas en un penalti que reclamó Ben Yedder y que no fue, porque Oblak fue hábil al recoger el brazo en el momento oportuno, y de pronto, en un detalle inesperado en un encuentro de tal magnitud, se encontró por detrás con un gol de Diego Godín.

Desde el banquillo mostró cierta intención el Sevilla para el segundo tiempo, con una simple sustitución -entró Jovetic, un delantero, y se fue Lenglet, un central-, con la que removió su sistema, de los tres centrales a la línea de cuatro, y con su primer tiro entre los tres palos, un remate flojo y centrado de tacón de Sarabia. Ya algo para las estadísticas y las sensaciones ofensivas del equipo de Nervión, pero, a la vez, nada inquietante para el Atlético, con la mente mucho más despejada en ataque que su rival, sobre todo cuando la conexión atañe a Gameiro y Griezmann, que se entienden de forma extraordinaria. El primero sirvió, el segundo remató. Fuera.

Por unos milímetros, los mismos que le faltaron a Gameiro en un control ante Sergio Rico y que luego separaron al portero de impedir el golazo de falta directa de Griezmann, imposible para el guardameta por potencia, dirección y golpeo del internacional francés, aclamado por el Calderón. Igual Fernando Torres instantes después, alentado con sus brazos también por el propio Simeone, cuando entró al campo, su reaparición en un duelo tras el choque que le dejó inconsciente el pasado 2 de marzo en Riazor para la última media hora ante el Sevilla, del que no hubo ni rastro de reacción, con el 3-0 en contra de Koke y con el 3-1 de Correa para rebajar una derrota incontestable.

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