Transcurridas tres rondas del Open Británico, el australiano Adam Scott recuperó el liderato para encarar la recta final con cuatro golpes de ventaja y por primera vez en un major. A Scott, ayer 68 golpes (-2), le separan 18 hoyos para entrar en la historia. Nunca ganó un Grand Slam ni tampoco lo lideró en la ronda decisiva.

El aussie ha jugado 13 British consecutivos sin éxito, desde 2000, aunque en su palmarés figuren torneos internacionales de prestigio que lo han llevado al decimotercer puesto del ranking mundial.

Con cuatro golpes como colchón, Scott es el que cuenta con más probabilidades de salir en la foto alzando la Jarra de Clarete. Pero, ojo, que por detrás aparecen nombres como los de Graeme McDowell, Tiger Woods o Brandt Snedeker. Diecisiete jugadores siguen bajo par, pero el racimo de candidatos al triunfo se cierra prácticamente en Scott (-11), el norirlandés McDowell (-7), el estadounidense Snedeker (-7) y Woods (-6).

Ninguno de los golfistas españoles en Lytham estarán en esa pelea tras de un discreto transcurso desde el inicio del torneo: Miguel Ángel Jiménez es el mejor, en el puesto número 43 con +3. Suman un golpe más Pablo Larrazábal y Gonzalo Fernández Castaño, mientras que Rafa Cabrera Bello bajó hasta la plaza 73 con un acumulado de +7.

Sin españoles que emular a Seve Ballesteros -ganó dos Open Británico en este campo-, Scott puede convertirse en el decimoquinto campeón distinto consecutivo en los torneos de Grand Slam, desde agosto de 2008, y el quinto australiano en penetrar en la historia de esta insigne cita. El último fue Greg Norman, en 1993. Scott y McDowell compartirán partido estelar, mientras Tiger y Snedeker irán a rueda. Los 70 golpes (par) de Tiger evitaron el choque entre el australiano y el ex número uno del mundo, y el mano a mano hubiese tenido su morbo por varias razones: el tipo de swing de ambos y el actual caddie de Scott, Steve Williams, que fuera ayudante de Tiger y con el que acabó peleado.