El Virgili Fuentemar saldó su duelo con el Ocaña con un empate de sabor agridulce y susceptible de dos lecturas: una negativa, pues los gaditanos ganaban en el primer periodo, y una positiva porque a falta de 52 segundos se produjo la expulsión de Ale del Amor y el equipo tuvo que jugar en inferioridad numérica para salvar un punto que puede ser muy valioso.

El encuentro, como ya avisaba durante toda la semana Juan Carlos Gálvez por la experiencia del conjunto visitante, estuvo muy apático y falto de ritmo. Los amarillos no se encontraban en la cancha y el movimiento fluido de balón brilló por su ausencia. Con esta dinámica, el primer gol a favor de los locales tuvo que llegar a balón parado y en propia puerta en el minuto nueve. Y tres más tarde, Óscar Rugama finalizaba una buena contra, aumentando la diferencia en el marcador. Los locales pudieron sentenciar a la contra, pero la falta de finalización lo impidió. Y cuando tan sólo quedaban 50 segundos para el descanso, Lolo se aprovechó de un rechace para reducir distancias.

En la segunda parte, los de la capital intentaron imprimir un fuerte ritmo, pero en una falta de entendimiento entre Juaki y Rugama provocó que Jose tuviera que hacer una falta al borde del área que aprovechó Guzmán para lograr el empate ante la sorpresa local. Eso sí, sólo tuvo que pasar un minuto para que Varela, en magnífica jugada personal, regateara al portero y lograra el tercero. No obstante, la experiencia visitante hizo que de una jugada sin peligro, Cosme lograra la igualada a nueve minutos para el final.

Los dos equipos buscaban los tres puntos y el juego se rompía con acciones de ida y vuelta. Y lo cierto es que el partido se lo pudo llevar Ocaña cuando, a falta de 52 segundos, fue expulsado Ale del Amor y la defensa gaditana se quedó en inferioridad. Afortunadamente la actitud de los cuatro jugadores locales, apoyados por su fiel hinchada, posibilitó que el empate fuera el resultado final.