El Milán se coronó como el mejor equipo mundial tras vapulear en la final del Mundial de Clubes por 4-2 a un Boca Juniors que se quedó sin fútbol en la segunda parte.
El Milán conquistó así su cuarto título intercontinental y consiguió para Europa este título por primera vez desde que dejó de llamarse Copa Intercontinental. Los italianos se tomaron la revancha de la edición de 2003, cuando cayeron ante Boca.
A pesar de lo abultado del marcador, Boca jugó un partido digno. El problema para los argentinos fue que el Milán jugaba con ventaja: Kaká iba con ellos.
En la primera parte el partido fue un frenesí de ocasiones repartidas. Kaká aparecía y el Milán ganaba en velocidad, peligro y alegría.
El Boca por su parte desplegó un fútbol silvestre y lleno de frescura que nacía en las botas de Banega y se aprovechaba de Palacio, que puso de los nervios a un Kaladze incapaz de pararlo.
Entre los minutos 20 y 22 ambos equipos se sumergieron en una espiral de locura que dejó el partido como estaba, empatado, pero con un gol en cada casillero.
Y así se acabó la primera parte y el equilibrio sobre el campo. Porque la segunda parte fue un monólogo del Milán, que terminó desaprovechando oportunidades porque se sabía ganador a media hora del final.
Con el partido ya decidido Ancelotti sacó a pasear a los hombres que tenía en el banquillo y sobre el campo terminaron algunos de los miembros más ilustres de la gerontocracia del fútbol europeo, como Maldini o Cafú.
En el partido por el tercer puesto, el Urawa japonés venció al imponerse en la tanda de penaltis (4-2) al Etoile du Sahel de Túnez en una final de consolación que resultó vibrante y que acabó con 2-2 en el marcador.
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