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Los Juegos Olímpicos con más marketing

  • Pekín se ha convertido en una pasarela de diseños deportivos, desde los revolucionarios bañadores Speedo al burka atlético

Pantalones ajustados de lycra para correr, medias con anillos de colores para saltar las máximas distancias, condones de cuerpo entero para nadar. En los Juegos Olímpicos de Pekín también se compite en la moda. Fieles el eslógan "más brillante, más colorido, más ajustado", los participantes olímpicos lucen sus más vistosas prendas en la que actualmente es la mayor pasarela del mundo.

La mayoría anda escasa de tela, los shorts amplios y las camisetas al viento sólo están de moda en los deportes con pelota, a excepción del voley playa. Y es que sus jugadores están a la vanguardia: los elegantes bikinis de las chicas se han reducido a la mínima expresión, mientras ellos, si pudieran, preferirían jugar sin nada en la parte superior del cuerpo.

"El único problema es que si quisiéramos tirar algo al público nos quedaríamos desnudos", dice David Klemperer, de la selección alemana de voleibol. A su compañero Christoph Dieckmann, la tendencia le parece espléndida, "porque va con nuestro deporte".

Como un guante calzan los nuevos trajes de natación hightech, aunque pocos imaginan los 15 ó 20 minutos de lucha necesarios para poder meterse dentro de la piel de pez.

Por eso los hombres prefieren los que dejan el tronco libre y llegan hasta los tobillos. El recordman de las ocho medallas, el estadounidense Michael Phelps, y sus colegas de equipo los llevan con barras y estrellas pintadas encima. "Cuando empecé a nadar tenía un traje de 50 euros; hoy nado con trajes de alta competición hightech que cuestan cerca de 500 euros", recordó la ex nadadora alemana Franziska van Almsick.

Los bañadores enteros oscuros son efectivos para los récords mundiales, pero no favorables para la figura. "Una parece un pez alargado y chato, casi un esqueleto", opina la dos veces campeona olímpica en Pekín Britta Steffen.

Las nadadoras de sincronizada parecen excesivamente vestidas y preparadas para un baile de máscaras en sus bañadores de estampados multicolores y lentejuelas y con un maquillaje a prueba de agua.

El traje de natación más caro de Pekín, sin embargo, se le vio hace poco a la modelo china Mo Wandan. Sobre la prenda negra se ve un motivo que recuerda al Cubo de agua, donde compiten las nadadoras, y sus finísimas líneas están formadas por cientos de cristales Swarowski. El diseñador, Huang Yinyan, aspira a entrar en el libro Guinness con su creación, valorada en 117.647 euros y que, tras los Juegos, se expondrá en el Museo Olímpico de Lausanne en Suiza.

Muchos atletas llegan a la pista mostrando un gran amor por los detalles. La estadounidense Jackie Johnson, por ejemplo, corrió con volados celestes. Shanahan Sanitoa, de Samoa, hizo con sus 12,60 el peor tiempo en la carrera de los 100 metros, pero lo hizo luciendo una camiseta rosa.

Las aves del paraíso aletean también en los arenales. El panameño Irving Saladino se alzó con el oro con sus asimétricos zapatos refulgentes, uno azul y otro rojo.

Khotso Mokoena de Suráfrica llegó a la plata con sus medias rojo furioso hasta las rodillas y el senegalés Ndiss Kaba Badjiaus lució medias con anillos.

Entre las jugadoras de hockey se vio menos atrevimiento, pues mantuvieron sus clásicas faldas de siempre, aunque se acercaron a la última tendencia con sus camisetas adheridas al cuerpo.

Pero los colores de los Juegos son sin dudas el amarillo y el rojo, porque son los chinos quienes dan el tono. Las remeros tienen incluso trajes de entrenamiento rojos y dorados.

El astro de los 100 metros lisos Usain Bolt besó los tacos dorados de sus zapatillas tras lograr su increíble record, un gesto simbólico a precio de marketing. También el deporte es una cuestión de estilo y dinero. Sobre todo dinero.

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