Si el Cádiz está en estos momentos a siete puntos de la zona de ascenso y a cinco del descenso es por méritos propios. Hay que partir de esa base. Pero no se puede obviar que el conjunto amarillo no está teniendo fortuna con los arbitrajes desde que comenzó la temporada. Cierto es que ha habido ocasiones en las que el cuadro cadista ha salido beneficiado (contra el Celta en el Carranza, por ejemplo), pero en el cómputo global los árbitros le han quitado más de lo que le han dado. Por lo menos hasta ahora.

El último ejemplo ha sido el del penalti no señalado a Dani en el encuentro del sábado ante el Tenerife. Es verdad que el equipo de Calderón dispuso de varias ocasiones claras para marcar y que no fue capaz de lograrlo, pero el penalti sobre el trianero no debería admitir discusión y las cosas cambian (y mucho) si te dan la posibilidad de ponerte por delante antes de que se cumpla el primer cuarto de hora. Los penaltis hay que marcarlos y no se pueden contabilizar como goles, aunque Parri demostró ante el Sevilla Atlético y el Hércules que es un lanzador muy fiable.

El caso es que se llevan disputados 23 partidos desde que comenzó el campeonato y en siete ocasiones se ha visto perjudicado. En las primeras jornadas no se registraron acciones que pudieran alterar claramente el resultado de los amarillos, pero desde la llegada de Antonio Calderón las cosas han sido diferentes. Lo peor llegó en Gijón, donde Del Cerro Grande se ensañó de una manera incomprensible en una actuación lamentable. Ha sido lo más duro de la temporada, pero después ha habido detalles que han ido complicando el camino, que ya de por sí ha sido tortuoso por los propios defectos del Cádiz.

Calcular cuántos puntos más podría tener el Cádiz sin algunos de estos errores de los colegiados forma parte del universo de la especulación, pero tirando por bajo se llega a la conclusión de que podría unos cinco más. Claro está, que si el equipo estuviera más fino podría llevar muchos más...