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Empate que no contenta a balonos ni a barreños

  • Juego aburrido en un mal encuentro entre dos conjuntos con muchas carencias

Pasó la primera entrega del derbi y no hubo vencedores, como ocurrió en las dos últimas temporadas. Pero, el duelo comarcal sí dejó vencidos, las más de 1.600 almas que renunciaron a parte del día de Reyes para acudir al Municipal y que regresaron a casa con una sensación de vacío y descontento.

El resultado no le vale ni a uno ni a otros y sólo viene a corroborar por qué linenses y barreños están tan lejos de las expectativas. A los de casa les queda el consuelo del penalti que reclaman en el minuto 90, mientras que a los visitantes, el de un par de ocasiones que malogró David Pérez y el triste argumento de haber regalado el tanto que encajaron. Su técnico, Juan Antonio, argumentó en la rueda de prensa que fue una gilipollez.

La reaparición de Baby en el banquillo trajo consigo un entramado táctico difícil de digerir desde fuera. Tanto, que quedó la sensación de que no lo entendieron ni sus propios jugadores. Óscar en la banda, Barrios como líbero y Carlos Guerra como pivote, demasiadas novedades para un conjunto que no está seguro de sí mismo. El resultado fue una Balona indecisa, incapaz de hilvanar una sola jugada y maniatada por un rival que no está para tirar cohetes, pero que salió más convencido de su partitura.

El pitido final deja a unos y otros como estaban. A los jugadores linenses con algo más que la sospecha de que Carlos Ríos no era el único culpable de su cifra de empates, que ya se eleva a 11. Y a la Unión sin daños irreparables.

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