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David Meca consigue cruzar tres veces sin descanso el Estrecho de Gibraltar

  • El nadador supera su reto desobedeciendo las instrucciones de abandonar por el mal tiempo y los problemas físicos

David Meca ha conseguido el reto de cruzar a nado el Estrecho de Gibraltar en tres ocasiones y sin descanso. El nadador se ha visto obligado a abandonar por los calambres que tenía por todo el cuerpo a falta de tres kilómetros para llegar a Ceuta, pero se ha empeñado en continuar y ha acabado logrando una hazaña que nunca nadie había podido protagonizar alcanzando la playa de la Ribera de Ceuta a las diez de la noche.

Meca, después de tener que aplazar su travesía en días precedentes por las malas condiciones climatológicas, ha decidido salir hoy, a las 9.35 de la mañana, una vez que contaba con los pertinentes permisos de las autoridades marítimas. El catalán, en su undécima hora de nado, ha tenido que ser extraído del agua por el peligro que suponía el tamaño de las olas, casi de dos metros, y por los problemas de calambres.

Meca, después de ser obligado a subirse a la zodiac, se ha tirado de la misma a pesar de recibir instrucciones contrarias para que no siguiese. El de Sabadell ha seguido nadando y con más fuerza que en tramos anteriores al darse cuenta que la playa ceutí estaba más cerca de lo que pensaba.

No obstante, Meca ha tenido varias fases muy complicadas durante el recorrido en las que ha sufrido varios mareos y vómitos en el segundo tramo, en dirección Cádiz. Meca, que intentaba paliar su falta de energía con plátanos, ha acabado con un reto sobrehumano como tantos otros que ha conseguido.

Uno más para la colección

El de Sabadell es todo un especialista en batir todo tipo de retos, con los que comenzó tras su suspensión por dopaje por nandrolona para demostrar su inocencia. Meca cruzó a nado y con grilletes la isla que alberga la prisión de Alcatraz con la bahía de San Francisco y nadó entre tiburones blancos en el mar Índico bajo la vigilancia de francotiradores.

Ahí no queda su currículum: también se enfrentó a pirañas en el río Paraná de Argentina; rozó la muerte en el Lago Ness y no por culpa del supuesto monstruo, sino por una importante hipotermia; se introdujo en un Nilo de aguas putrefactas, bien cargado de cocodrilos y con temibles microbios venenosos escondidos en la arena que son capaces de reproducirse en la piel del nadador. Algo descomunal para este catalán de familia andaluza, que hoy ha vuelto a entrar en la historia.

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