Bloqueado y sin reacción, el Cádiz vive sus momentos más apurados desde que abandonó el pozo de la categoría innombrable, ésa que amenaza con engullirlo de nuevo. Al lado de esta crisis, los problemas que habían padecido los amarillos en estos últimos cinco años parecen liliputienses. Ayer, en uno de esos partidos que delimitan la delgada línea que separa el éxito del fracaso, los cadistas sucumbieron; lo hicieron básicamente por el bloqueo mental que los atenaza y porque este equipo no es ni la mitad de competitivo que su predecesor.

Defensa

Es imperdonable que Moisés remate de cabeza en el primer palo después de avisar tropecientas veces durante toda la semana del peligro que lleva en el juego aéreo. De la Cuesta estuvo blando, como siempre; y Cristian, acelerado pero peligroso arriba. Paz cumplió tanto de central como de pivote. Hablando de pivote es obligado mencionar a Miguel, una máquina de fallar ayer. Llama la atención que en el partido clave del año esté en la alineación titular. Una calamidad que dejó en evidencia hasta al entrenador que lo puso. El segundo gol ya es el colmo.

Ataque

Salvo Gustavo López, que jugó en todas partes, y Dani, que puso el alma, poco que decir. Natalio se borró del partido. Da la impresión que con el valenciano estamos ante uno de esos futbolistas toreros que cuando no le gusta el bicho que tiene en frente prefiere que se empleen a fondo los subalternos. De Enrique, Barreiro, Kosowski y Banghoura no hubo noticias.

Virtudes

El corazón que le ponen algunos a sus acciones.

DEFECTOS

El Cádiz parece incapaz de sobreponerse a los contratiempos, tiene lagunas de concentración y futbolistas que juegan al trote o que directamente se borran cuando el partido no les gusta.