De libros

El regreso de Cándido

  • Juan José Díaz Trillo, poeta y diputado, propone en su primera novela, en la órbita de Voltaire, una refutación del optimismo que no es un elogio del pesar.

El escritor y parlamentario del PSOE Juan José Díaz Trillo (Huelva, 1958).

El escritor y parlamentario del PSOE Juan José Díaz Trillo (Huelva, 1958).

El Cándido de Voltaire tuvo su revisión moderna en la adaptación que del clásico hizo el italiano Leonardo Sciascia. Como es sabido, en España tal vez no haya volteriano más efusivo que el filósofo Fernando Savater. Ahora José Juan Díaz Trillo, diputado socialista en el Congreso y poeta de afirmada trayectoria, publica su primera y original novela, Cándido en la Asamblea, que viene a ser como otra circunvalación literaria acerca del personaje volteriano.

Díaz Trillo concibe su obra a través de la armazón de dos historias que confluyen. De un lado conocemos la vida -contada en tiempo presente- de nuestro Cándido digamos que real. A la sazón Cándido Rodríguez, quien trabaja como corrector en el Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados (la Asamblea a la que se refiere el título de la novela). Y por otro lado y de modo alterno, se nos cuenta la vida del propio Cándido desde su infancia, juventud y adultez, cuando ya asoma por lontananza la luz ebria de una vida vivida que busca ya llegar a término. Un diputado del Congreso llamado Carlos, con quien Cándido Rodríguez charla a menudo, reconstruye su biografía a medida que éste le va contando los pormenores de su vida. He aquí, por tanto, dos novelas en una sola, convergentes, pero que el lector va descifrando en distintos estadios del tiempo y el espacio. Narración omnisciente y relato en primera voz hacen de este Cándido de Díaz Trillo una apuesta arriesgada, pero de la que el autor sale más que airoso. Diremos que tras el Cándido de Leonardo Sciascia la literatura comparada -si así se puede decir- ya cuenta con este otro Cándido de Díaz Trillo.

Como es sabido, el famoso cuento de Voltaire pretendía hacer una sátira del optimismo ideado por la tesis de Leibniz: "Todo sucede para bien en este mundo, que es el mejor de los mundos posibles". Al protagonista volteriano le suceden toda suerte de infortunios. Pero él sigue creyendo que todo sucede para bien. La novela de Díaz Trillo viene a ser otra refutación del optimismo, aunque no por ello pretende ser un elogio del pesar. Eso sí, ni vivimos en el mejor de los mundos posibles ni nada está escrito. Es lo que el lector concluye tras leer la novela.

Cándido en la Asamblea es sobre todo una novela de ideas (que no ideológica). En parte es también una novela política por cuanto la historia transcurre muchas veces tras las bambalinas del Congreso (muchos políticos, con sus nombres cambiados, son toda una galería de retratos sardónicos). Es una novela crítica, que refleja el desencanto social: la utopía, la fe en lo por venir, choca con una idea de mundo establecido, que no va a cambiar. Pero es también una novela esperanzadora. El pesimismo de Cándido Rodríguez no es acre, sino dulce a nuestro parecer. Diremos igualmente que el lector se adentra en lo que viene a ser una novela intelectual (Díaz Trillo es un autor muy leído). Y añadimos que estamos también una narración polifónica, con un variado corifeo de personajes (muchos ellos son mujeres). A su vez, como matiz añadido, la novela viene a contraponer a su manera la vida urbana (el Congreso vendría a ser el ágora de la vida frenética) con la vindicación sin complejos de la vida en el campo (la sierra de Huelva y Fuentedulce, trasunto de Aracena, son algo más que un decorado de fondo).

Por todo lo dicho, en razón de las dos narraciones unidas en una sola, diremos que Cándido en la Asamblea reúne la historia confluyente de un árbol genealógico particular (la familia paterna y materna de Cándido Rodríguez) y del árbol genealógico del tiempo a través de este país llamado España (desde los años 60 del pasado siglo, el franquismo terminal, la llegada de la democracia, los dimes y diretes de los años que siguen al destape de las urnas, hasta la luz del desencanto y la movilización contestataria del 15-M).

Como se decía, Cándido en la Asamblea es una novela de personajes, muchos de los cuales se nos vuelven entrañables y otros merecedores de una no malsana compasión. El abuelo don José, farmacéutico en Fuentedulce y experto conocedor de la ciencia sismográfica (Voltaire pasó por Aracena tras el gran terremoto de Lisboa de 1755), nos parece enternecedor. Su amor por la ciencia, la razón y la técnica, que intenta inculcar a su nieto Cándido, le lleva a decir que éste es el mejor de los mundos posibles.

Uno de los guiños volterianos en la novela se refleja en el jardín del Congreso, al que se alude en muchas ocasiones a través de las charlas que Cándido mantiene con el jardinero Luis. Como se sabe, Voltaire defendió la tesis del cultivo del jardín propio como medio para progresar en este mundo lleno de sinsabores. Aparte, también se alude al llamado Jardín Universal de Fuentedulce, ideado por el abuelo don José.

Si algo ha pretendido Díaz Trillo ha sido defender los presupuestos de la Ilustración. Contra lo que pudiera parecer, sus principios son hoy por hoy de una modernidad absoluta.

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