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Crímenes en Yoknapatawpha

  • Dirty Works edita en español una novela del sureño Larry Brown sobre un ex convicto que vuelve a un pueblo atormentado por el pasado.

El escritor estadounidense Larry Brown (Oxford, Misisipi, 1951-2004).

El escritor estadounidense Larry Brown (Oxford, Misisipi, 1951-2004).

Hay muchas formas de contar que una persona se desplaza de un lugar a otro. En algunos casos bastaría con una frase. Fulano va a la casa de Mengano. En otros, como el que nos ocupa, el autor quiere que el lector sepa qué coche lleva Fulano, qué va escuchando en la radio, cuánto tiempo pasa esperando en un semáforo, a quién saluda por el camino, qué tiempo hace, si coge un bache o mete la rueda en un charco, si abre una lata de cerveza y si echa el freno de mano cuando llega a su destino. Así contado puede parecer tedioso, pero lo que consigue en realidad Larry Brown (Oxford, Misisipi, 1951-2004) es mantener al lector absolutamente ansioso por saber cómo va a acabar aquello.

Dicho esto, que nadie piense que Padre e hijo (Dirty Works, 2016) es una novela de viajes ni que se vaya a hacer una road movie inspirada en ella. El estilo detallado, sosegado, de Brown sirve igual para contar un trayecto en coche que para narrar un encuentro en un bar, una pelea familiar, un crimen o una violación. La referencia a Faulkner es inevitable. Tanto que la editorial ha decidido incluirla en la breve reseña biográfica del autor. Ésta dice que "Larry Brown nació en 1951 en Yocona, Misisipi, cerca de Oxford, en pleno condado de Yoknapatawpha, territorio de los indicios chickasaw, bajo la sombra cansida e insorteable de Wiliam Faulkner".

Algunos pasajes, los más violentos, del libro de Brown evocan irremediablemente a Santuario, a la América profunda, al Sur, al alcoholismo, a las armas, a la pobreza, a las vacas, a las granjas y a la violencia. Padre e hijo cuenta la historia de un tipo, Glen, que acaba de salir de la cárcel tras pasar tres años en ella. En un principio no hay demasiada información, sólo que no parece estar demasiado rehabilitado y todo apunta a que su vuelta al pueblo traerá problemas. La relación con su padre, Virgil, marca el título de la novela. Pero no sólo es la relación entre ambos. Hay también hermanos, medio hermanos, amantes, novias, hijos... todos con un pasado a cuestas que volverá a aparecer dolorosamente con el regreso de Glen.

Hay mucho de Faulkner en esta novela, sí, pero también de otros maestros de la literatura criminal. Hay mucho de Edward Bunker, por ejemplo, y de la inadaptación del protagonista de No hay bestia tan feroz. Y hay, sobre todo estilísticamente, influencia de otros escritores sureños. Esa narrativa sosegada, tranquila y exhaustiva, aunque plagada de frases cortas para dotar de cierto ritmo a la novela, recuerda más a Richard Ford que al propio Faulkner. Como ven, benditas influencias todas.

Padre e hijo es una novela negra, negrísima, que atrapa al lector y lo sumerge en un mundo que no debe distar mucho del que aparecía en True Detective o del que recientemente hemos visto en Comanchería. Un mundo realista pero también personalísimo, que Brown sabe construir con oficio y mucho detalle. En la novela también juegan un papel importante los diálogos. Algunos de ellos ocupan varias páginas seguidas, y no siempre son charlas amables, especialmente cuando el que participa es Glen. Y a pesar del peso atormentador del pasado en la mayoría de los personajes, algún pasaje con cierto animal provocará la risa. E incluso a alguien le recordará, ligeramente, a una escena de Resacón en Las Vegas.

Larry Brown conocía bien el Sur porque trabajó como pintor, limpiador de alfombras, leñador y carpintero (¿recuerdan el arranque de Mientras agonizo?). Estuvo dos años en los marines y trató en otras obras sobre los que volvieron de Vietnam. Después entró en el cuerpo de Bomberos, para el que trabajó durante dos décadas. "Bebía, pescaba y odiaba las ciudades", dice la reseña.

Padre e hijo se publicó en EEUU en 1996 y, veinte años después, ha llegado a España de la mano de Dirty Works, una editorial independiente que nació precisamente con otro título de Brown, que es el que da nombre al sello, Trabajo sucio. Desde entonces han publicado siete novelas, todas ellas tan bien cuidadas y tan atractivas como esta última. Entre sus autores está Mark Richard, buen amigo de Brown, que firma el prólogo de la edición española. "Como todos los escritores, Larry tenía sus demonios, pero casi siempre mostraba una felicidad juvenil. Era feliz cuando montaba en su tractor, o cuando se ponía a cocinar su estofado de pollo anual en aquel antiguo caldero del Viejo Sur tan descomunal que Larry tenía que revolver el guiso con el remo de una barca", cuenta Richard. Otro de los editados por Dirty Works es Harry Crews, que también sirvió en los marines. "Escriba lo que escriba, lo leeré", dijo de Brown. Háganle caso.

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