El palermo violeta

El poder de la sinceridad

  • La política las ha llevado a conocer una Semana Santa muy diferente, e incluso a descubrir una cuaresma que califican como la mejor época de Sevilla.

Paola Vivancos, Rosamar Prieto y Felisa Panadero son tres políticas que han tenido mucho que decir en la Semana Santa de Sevilla.

Paola Vivancos, Rosamar Prieto y Felisa Panadero son tres políticas que han tenido mucho que decir en la Semana Santa de Sevilla. / fotos: Antonio pizarro

Hay una generación de mujeres en la que la fuerza que irradian contagia a todo su entorno. De esta casta son ellas. Han tenido que decir, y mucho, en la Semana Santa de Sevilla en los últimos 20 años. Paola Vivancos fue la primera mujer edil de Fiestas Mayores. Rosamar Prieto, concejal del mismo ramo en otra corporación, tuvo que lidiar durante el mandato con varias crisis de las que salió con el reconocimiento de las cofradías. Felisa Panadero, como subdelegada del gobierno, vivía la Semana Santa en continuo contacto con las Fuerzas de Seguridad. Un trío de damas que tiene mucho que contar y que recordar.

Paola Vivancos: "Mi entrada en la Delegación fue un tanto sonada. No estaban acostumbrados a negociar con una mujer. Sustituí a Juan Ortega en plena negativa de los técnicos a firmar los documentos de las sillas de la Campana porque la seguridad y las vías de evacuación estaban comprometidas. Se instó al Consejo de Cofradías a que remodelara la disposición de las sillas. La respuesta fue el plantón de esta institución cuando hicimos la inspección de los palcos. Con el tiempo, llegamos a ser buenos compañeros de trabajo durante los años que estuve al frente de Fiestas Mayores y Cultura".

Rosamar Prieto: "La verdad es que fue una gran sorpresa cuando Alfredo Sánchez Monteseirín me llamó para la Delegación de Fiestas Mayores. Creo que ser sincera y reconocer mi ignorancia cuando no conocía el tema, con toda la humildad del mundo, me ayudó mucho".

Felisa Panadero: "Mi Semana Santa antes de ser subdelegada del Gobierno se limitaba del Domingo de Ramos al Miércoles Santo, porque el resto de los días los pasábamos fuera de Sevilla. Ha sido una experiencia maravillosa conocerla desde dentro. Yo iba a todos los actos a los que me invitaban y no faltaba nunca a los Oficios. He tenido el honor de llevar la llave del Sagrario de la Catedral, una tradición del siglo XIX. Ver vestir a la Macarena, la bajada del Cachorro o el besamanos del Gran Poder son momentos que quedarán para siempre en mi mente".

R. P.: "Hasta que entré en Fiestas Mayores, yo pensaba que conocía el mundo de las cofradías, pero estaba muy equivocada. He aprendido muchas cosas y, sobre todo, cada vez disfruto más de la cuaresma porque es un momento íntimo en el que los sevillanos hacen su preparación personal, sus propios rituales, que desembocan en la espléndida Semana Santa. Salí de la concejalía con muchos amigos capillitas. Es un lujo y una suerte vivir cosas que no llegas a imaginarte. Tuve mis problemas y divergencias, pero es verdad que me he sentido muy arropada".

F. P.: "La responsabilidad era mucha, y la Semana Santa es muy complicada desde el punto de vista de la gestión y la coordinación. Pero no sólo en Semana Santa, las hermandades de vísperas también han tenido sus propios dispositivos".

P. V.: "Fui la que abrí la brecha, la primera concejal, y hubo muchas complicaciones. Había preocupaciones un tanto absurdas, como si presentaría al pregonero, o si vestiría pantalones o falda. Consiguieron ponerme nerviosa. Se magnificaban muchas cosas que, vistas con perspectiva, no tenían tanta importancia. Mi relación con las hermandades siempre fue buena, pero al Consejo le costó más trabajo".

R. P.: "El mundo es machista y los que mandan son ellos. Ha sido recientemente cuando las mujeres han podido promocionar. En esto el mundo cofrade va poco a poco, pero como en la misma sociedad. En pocos años, la mujer ha pasado de ser la que preparaba las túnicas de toda la casa a poder vestirla".

P. V.: "Afortunadamente la sociedad ha cambiado mucho en los últimos años. Fui de las que impulsaron la votación para que salieran las mujeres y recuerdo que lo que ahora es normal fue un momento de tensión".

F. P.: "No me costó trabajo por el hecho de ser mujer. Sí es verdad que tuve un gran apoyo en Juan Rojo. Como curiosidad, uno de los primeros consejos que me dieron fue que me hiciera con todos los trajes negros que pudiera".

R. P.: "Me tocó el problema de las catenarias del metrocentro. Un par de meses antes vimos que, a pesar de haber dado las medidas con antelación a la empresa, había algunos crucificados que no cabían por la Avenida de la Constitución. Fueron días de mucha tensión, aunque al final se solucionó. Me fui con la cuestión de la ampliación de la Carrera Oficial por el lado del Archivo de Indias, pendiente. Pero de todos esos problemas, los lazos salieron, aún más reforzados".

P. V.: "Antes me pateaba Sevilla entera en Semana Santa, ahora no puedo hacerlo porque la gente ha cambiado la forma de moverse en la bulla con la moda de las sillitas y el quedarse a pie quieto esperando que pase la cofradía entera. Una vez que dejé de ser concejal recuperé mi Semana Santa, la de la calle. Por supuesto que viví muchos momentos únicos, como el año en el que salió Pasión de San Hermenegildo, donde llamé al paso".

R. P.: "Siempre queda algo después de haber pasado por este puesto. Ahora vivo la Semana Santa y la Feria con tranquilidad pasmosa. Evidentemente, eres más consciente de lo que supone una movilización de tantas personas en la calle".

F. P. : "Espero vivirla con esa relajación, pero sé que la veré de un modo diferente a antes de mi paso por la Subdelegación".

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