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Crítica 'Lazos de sangre'

En las manos equivocadas

Lazos de sangre. Drama criminal, EEUU-Francia, 2013, 140 min. Dirección: Guillaume Canet. Guión: G. Canet y James Gray. Fotografía: Cristophe Offenstein. Intérpretes: Clive Owen, Billy Crudup, Marion Cotillard, Zoe Saldana, Mila Kunis, James Caan, Matthias Schoenaerts, Noah Emmerich, Lili Taylor, Domenick Lombardozzi.

Es frustrante asistir al destrozo y el aplanamiento de unos materiales, unos ambientes, unos tipos y un reparto como los que ejecuta Lazos de sangre. A priori, lo tenía todo, o casi todo, para seducir, para ser una gran película: un guión coescrito por James Gray (Little Odessa, La otra cara del crimen, La noche es nuestra, Two lovers, El sueño de Ellis), uno de nuestros cineastas de referencia, a partir de la remezcla de sus temas e historias habituales de ley, crimen y asuntos de familia; el Nueva York callejero de los primeros años setenta; un elenco atractivo con nombres como Owen, Cotillard, Crudup, Kunis, Saldana, Taylor o el gran James Caan; una producción costeada para sacarle brillo a una cosa y la otra…

Sin embargo, al frente de tan caro y nostálgico juguete de género está el actor y director francés Guillaume Canet, un tipo que no sólo no se contenta con dirigir (No se lo digas a nadie, Pequeñas mentiras sin importancia) sino que, además, se empeña en poner su particular sello megalómano a materiales que están muy por encima de sus posibilidades. Y menos mal que no le da también por salir en la película.

Es así que esta Lazos de sangre parece más bien una parodia o una versión muerta de una película de Gray o Lumet que una digna heredera de su estirpe, un filme que confunde el look y el diseño de la banda sonora con el alma o el estilo, un drama que cortocircuita la pretensión de fresco de época o de relato trágico apuntada en las páginas de un guión cuyos personajes no cobran nunca vida, a lo sumo en perfiles unidimensionales y sin profundidad, como para que haya cierta densidad que insufle alguna tensión dramática.

Cine caro, superficial y vacío, en definitiva, cuyo fracaso nos apena aún más si cabe por venir de quien viene y por haberse acercado a un universo que tantos y tan buenos títulos ha dejado para el recuerdo.

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